jueves, 22 de octubre de 2009

CAPITULO 8

ZAPATOS DE TACÓN ALTO




14 de Mayo


La guitarra estaba sujeta entre su muslo y su brazo, y sus dedos rasgaban suavemente las cuerdas mientras las notas de la canción en la que Robert estaba trabajando, retumbaban contra las aburridas y vacías paredes de su apartamento de Los Ángeles. El plástico que aún envolvía su sofá de alquiler, se arrugaba bajo el peso de su cuerpo. La ventana que había tras él, sólo dejaba ver un seto verde enorme que le escudaba de la gente que había fuera pero al mismo tiempo, le proporcionaba una vista más armónica para él, ya que el seto era la única cosa que separaba el apartamento del bullicio incesante de la 101- Sur, que estaba a escasos 100 metros de distancia.


Estaba de vuelta.


La pequeña mesita de té frente a él, que también servía como mesa para comer y cenar, estaba llena de latas vacías de Cocacola Light y de trozos de papel. De vez en cuando, Robert dejaba de tocar y se inclinaba para tomar algunas notas o para transcribir algunos acordes para recordarlos más tarde. Estaba trabajando como siempre hacía, escribiendo las letras y la melodía por separado, porque odiaba unir un texto exacto a una melodía en concreto. En su lugar, prefería ser capaz de improvisar con las letras que le salían en cada momento.


Había escrito un montón de canciones últimamente, sintiendo la necesidad de expresar todo lo que sentía. La música era su terapeuta, su confidente... ya que no tenía a nadie en quien pudiera confiar en ese momento. Sabía que no podría explicar correctamente lo que sentía a nadie más. No estaba seguro si quiera de querer intentarlo.


¿Cómo puedes explicarle a alguien que has dejado tu corazón en Londres? Probablemente su cerebro estaba haciendo compañía a su corazón.


Eran tan solo las 9 de la mañana, pero ya llevaba levantado 2 horas. De alguna manera, no había sido capaz de dormir todo lo bien que le hubiera gustado desde que volvió a EEUU. Le gustaría echarle la culpa al jet lag, pero sabía que no era ese el motivo. Su mente arrojaba recuerdos de ella cada vez que le dejaban solo. Se preguntaba qué estaría haciendo, si pensaría en él y en si habría conocido a otra persona. Sabía que lo último era ridículo, ya que sólo habían pasado dos semanas, pero aún así. Había intentado pacientemente disfrutar de esos recuerdos en lugar de esperar a que cesaran, pero nunca lo hicieron. Pero sabía que no valdría de nada enterrarlos.


Una vez que había recibido su dosis de recuerdos visuales, se sorprendió a sí mismo intentando recordar el sonido de su voz, el olor de su pelo y de si tenía hoyuelos en ambas mejillas o sólo en el lado izquierdo.


Esto le estaba volviendo loco.


Sabía que llegaría el día en el que los recuerdos se desvanecerían, bien porque él conocería a alguien o bien porque el tiempo acabaría curándole. Necesitaba curarse. Algo tendría que pasar tarde o temprano.


Suspiró y miró fijamente a la ventana antes de levantarse del sofá y recoger las cosas de la cena de ayer de la mesa. Dos cajas de pizza vacías y unas cuantas botellas vacías de Heineken.


La de ayer había sido una tarde agradable. Habría olvidado por completo que era su cumpleaños de no haber sido por la llamada telefónica de su madre. Apenas nadie más se había molestado en llamarle. De hecho, se había pasado casi todo el día sentado en el sofá vestido con una camiseta y unos boxers, viendo antiguos programas de “Casado con hijos” en la TV por cable. Cuando estaba viendo el tercer o cuarto episodio, Jackson le había llamado porque estaba en la ciudad con su grupo justo antes de marcharse a Vancouver. Jackson había llevado dos pizzas y cerveza y se habían pasado la tarde tocando la guitarra y escribiendo canciones. Había agradecido la distracción, ya que la TV en realidad no le distraía de los constantes pensamientos que tenía de Miranda.


El mejor programa de la TV un miércoles por la noche en América era, por supuesto, American Idol...El mismo programa que había estado viendo en el sofá de Miranda justo antes de que todo se fuera a la mierda en su salón ese día. La gente que conocía en LA no estaban allí, así que aparte de la visita inesperada de Jackson por su cumpleaños, las últimas dos semanas las había pasado prácticamente solo. Ni si quiera estaba seguro de que tuvieran su número de teléfono. Y no es que no tuviera cosas que hacer...


Un sobre enormemente grueso con su agenda y un par de guiones que Nick pensaba que debía leer, le estaba esperando en el correo nada más llegar. Tenía entrevistas y reuniones todos los días, además de reuniones con el “preparador de medios” que Nick había contratado. Nick también le había dejado el número de teléfono de su nueva adquisición- Gabrielle Linton.


Frunció el ceño mientras se acercaba a la encimera donde había dejado el teléfono de esta chica dos semanas antes. Se rascó la cabeza mientras lo localizaba al lado de dos bolsas grasientas de In-N-Out Burger. Nick le había pedido que la llevase algún día a comer por ahí. Era nueva en L.A. y no conocía a nadie. Robert necesitaba distraerse; necesitaba sacarse a Miranda de la cabeza y puede que Gabrielle le ayudase a conseguirlo. Además, sabía lo que era ser nuevo en la ciudad y sentía lástima por ella.


**


Cenaron en Santa Mónica, en el Rockenwagner y Robert le había pedido a Nick que pagase él la cuenta. Nick accedió con la condición de que la llevase a un sitio mejor que al In´N-Out Burger. Intentando evitar Venice, Hollywood.... y por Dios santo, The Grove, Robert se había inclinado sabiamente hacia Santa Mónica. Había elegido una mesa que estaba pegada a la pared más alejada, justo detrás de una especie de maceta con flores, a pesar del maravilloso clima de California y de las insistencias de Grabrielle, que quería “observar a la gente”.


Robert la había dicho amable pero firmemente que no le gustaba ser fotografiado, y que probablemente lo sería si les vieran comiendo juntos, especialmente en la concurrida Third Street Promenade. Le habrían fotografiado con o sin Gabrielle, pero después de lo ocurrido con Camilla en año pasado, no estaba dispuesto a arriesgarse comiendo junto a una ventana.


Vamos, a tu novio no le hará gracia cuando empiecen los rumores” dijo Rob riendo mientras estudiaba el menú. Muy buena Rob- Jodidamente discreto, como siempre.


Oh...No tengo novio” dijo ella, mirándole a través de sus gruesas pestañas.


¿No?” sonrió él, devolviéndole la mirada. Definitivamente necesitaba distraerse, y rezaba para que Gabrielle le otorgase esa distracción. Aunque solo fuera por un día. Le hacia gracia que Nick le hubiese dado el teléfono de esta chica, sabiendo que Robert se encontraría un poco solo cuando regresase a LA. Las torneadas piernas de Gabrielle, su pelo rubio y su hermosa sonrisa serían más que suficiente para alegrar a casi cualquier hombre soltero.


Pero él aún no tenía claro si era uno de ellos. Seguía sonriendo ligeramente cuando miró de nuevo el menú. El panini Black Rorest tenía buena pinta y estaba muerto de hambre, pero decidió no pedir eso. Tenía que estar delgado para interpretar a Edward dentro de dos semanas. Cuanta menos grasa comiera, más se le marcaría la mandíbula y por lo visto, eso era esencial cuando se metía en la piel del vampiro más atractivo de todo el puto planeta. Maldijo en silencio y se pidió un sandwich de pechuga de pollo y cuscús.


Gabrielle se pidió una ensalada que llevaba pepino, rábano, cebolla, tomates, un montón de lechuga y una especie de salsa vinagreta. Robert dejó su menú en la mesa cuando ella pidió, intentando aguantarse las ganas de tomarla el pelo sobre su dieta. No había nada raro en eso; Casi todos los habitantes de LA comían cosas así. Pero esta chica estaba delgada como un palo; no debería preocuparse por cosas así.


¿Y tú que?” preguntó ella al cabo de un rato.


¿Yo qué de qué?” preguntó él confuso.


¿Tienes novia?”. Los labios de Gabrielle se abrieron ligeramente y Robert vio como la diminuta y rosade punta de su lengua lamía su labio inferir. Se preguntó a qué sabría su gloss, apostando por la fresa o algo parecido.


¿A lo mejor es algo de lo que no quieres hablar?” dijo Gabrielle, dándose cuenta de que Robert estaba vacilando- “¿La mantienes en secreto?” dijo ella abriendo los ojos, percatándose de que tal vez era eso.


Si tuviera novia, probablemente la mantendría en secreto”. Suspiró y hundió sus dedos en su pelo.


¿Entonces no tienes?”. La sonrisa de Gabrielle se hizo más evidente mientras se acariciaba su pelo rubio, haciéndolo caer por su cara y hombros, asemejándose a una de esas vigilantes de la playa que volvían locos a los adolescentes. Era atractiva; no podía negarlo.


No” murmuró él despacio y la miró mientras ella bebía un sorbo de su enorme vaso de agua con hielo. Se volvió y fijó la vista en un niño que jugaba en el suelo junto a su madre.


No, no tenía novia, a pesar de estar físicamente disponible. ¿Pero emocionalmente? No lo estaba. Se acomodó un poco más en su silla percatándose de que esta “cita” no le había servido de nada para distraerse. La chica estaba demasiado nerviosa como para tentarle. Compensaba su falta de confianza en sí misma realzando y resaltando su apariencia – una cosa muy común en las chicas y a lo que él se resistía. Especialmente en Los Ángeles.


Cuando llegó la comida, se obligó a observar como Gabrielle se comía su comida para conejos y empezó a pensar en Miranda y en su comida en Ed's. Se había comido una hamburguesa con queso con él. Suspiró.


Estaba claro que Miranda se había arreglado mucho las dos tardes-noches que Robert había pasado con ella; se había arreglado el pelo y las uñas, pero no había dependido de eso exclusivamente para conseguirle.

Su confianza eclipsaba su ropa elegante y sus zapatos increíblemente sexys. Aunque era más bajita y tal vez menos guapa que Gabrielle, Rob sabía que Gabrielle no tendría nada que hacer si él tuviese que elegir. Se dio cuenta de ello al instante y suspiró internamente. Mirando fijamente la ensalada verde de Gabrielle, se percató de que Los Ángeles no era el lugar adecuado para encontrar la chica que sustituiría a Miranda. Nunca te fíes de una chica que no come carbohidratos.


Una vez que aceptó eso, se relajó un poco más con Gabrielle. Se sentía identificado con ella de alguna manera, porque aunque no importaba lo mucho que dudaba de sí mismo en ocasiones, por lo menos no sentía la necesidad de transformarse en algo que no era. Puede que la suerte estuviese nuevamente de su lado, ya que parecía atraer a las fans aunque no se amoldase al modelo de Hollywood. De cualquier manera, tenía el presentimiento de que no habría cambiado, incluso si le hubieran forzado a hacerlo.


Los posteriores intentos de Gabrielle de excitarle... jugando con su pelo, lamiéndose los labios y tirando ocasionalmente algo al suelo.... fueron en vano. Él vio de inmediato lo que ella intentaba y sabía que eran intentos inútiles de flirtear con él. Simplemente no funcionaba. No estaba en absoluto interesado. Ella se percató de su falta de interés pasado un rato, cesando sus intentos de flirtear con él y centrándose en su comida.


Así que...” suspiró Robert, sintiéndose un poco culpable por haberla dado esperanzas en un principio. “¿En qué estás trabajando ahora mismo?”


Es una película de ciencia-ficción que se llama Outer Border” dijo sonriendo. “Ya está rodada, así que ahora estoy esperando a que empiece el tour promocional”.


¿Outer Border? Las comisuras de los labios de Robert empezaron a esbozar una sonrisa, y le preguntó sobre la película. Afortunadamente, ella no esperaba que fuera la mejor película de su carrera, pero admitió que necesitaba la promoción de la prensa y el dinero. Su meta era el cine independiente, con un montón de diálogo y menos escenas de peleas.


Pero Roma no fue construido en un día, y Woody no encontró a Scarlet en el supermercado”, dijo ella con un guiño. Él se mostró de acuerdo con su lógica, al menos en lo que a esto se refería. Sin embargo, Robert pensaba que las habilidades de Scarlet Johansson como actriz la habían ayudado. Había bordado su papel en Lost In Translation, y Gabrielle, por otro lado, probablemente no lo habría hecho.


Sí, esta chica no le iba a afectar en absoluto.


**


Su mente retornó a la realidad cuando miró la hora en su reproductor de DVD. Tenía una reunión con Nick en veinte minutos. Como ya estaba un poco más familiarizado con el más que probable tráfico de Los Ángeles, sabía que llegaría al menos 30 minutos tarde. Menos mal que llegar tarde está de moda aquí, pensó, según cogía las llaves de la mesita y se las metía en el bolsillo de sus pantalones militares verdes. Se los había comprado 3 días antes en Melrose, en el Wasteland, y los había llevado prácticamente sin descanso desde entonces. No le gustaban los pantalones cortos, pero los militares eran perfectos cuando hacía demasiado calor para llevar vaqueros.


En cuanto salió del apartamento, divisó la furgoneta negra aparcada en Hollywood Way. No tuvo que mirar dos veces para saber que los fotógrafos estaban dentro. Habían estado esperando a que saliera de su apartamento toda la mañana.


Casi sentía lástima por ellos. Seguirle a todas partes debía ser la cosa más aburrida del mundo. Aún así, sabía que tenían que hacerlo porque ganaban dinero a su costa. Simplemente estaban esperando a que ocurriera algo, como que otra celebridad fuera de visita, preferentemente una chica, o como que llevase una bolsa con bebidas alcohólicas, para así aumentar los rumores de su problema con la bebida con fotos que lo demostrasen.


Os deseo buena suerte para intentar hacer que mi vida sea algo interesante, pensó mientras buscaba las llaves en su bolsillo. Nada había pasado esos días.


Incluso había dejado de beber desde que regresó a LA. Supuestamente, ahora tenía que hacer ejercicio y parecer saludable, y le había prometido a Nick que se pondría en forma y se “re-Edwarlizaria”. De todas formas, beber solo nunca había sido lo suyo.


Entró en la oficina de Nick exactamente 30 minutos tarde, por supuesto, gracias al tráfico de LA. Su corazón aún latía deprisa de la conducción. Se alegraba de haber sobrevivido, aunque cada vez le asustaba menos tener que conducir desde su apartamento a la oficina de Nick. Todavía le alegraba más de que su Audi de alquiler no tuviera arañazos nuevos y de que tan solo hubiera mandado a tomar por culo a dos conductores; aún se estaba adaptando al completamente nuevo y distinto concepto de “conducción furiosa” que utilizaban en Estados Unidos. Odiaba conducir en LA y deseaba que hubiera otras maneras de poder moverse por la ciudad. Bien sabe Dios lo mucho que echaba de menos el metro.


Sara, la sobrecargada y probablemente mal pagada asistente de Nick, le sonrió cuando pasó a su lado. Educadamente, él la devolvió la sonrisa justo antes de abrir la puerta del despacho de Nick, sin molestarse en llamar a la puerta. Para su sorpresa, Nick no estaba solo esta vez. Gabrielle estaba sentada a su lado en un sillón de lo más cómodo. No le pasaron desapercibidas sus torneadas piernas, cruzadas la una sobre la otra o los increíblemente caros zapatos que llevaba puestos. Parecían bastante incómodos, y sonrió al pensar en cómo se había arreglado para ir a ver a Nick.


Nick” saludó Robert. “Gabrielle, me alegro de verte”. Robert sonrió ligeramente cuando observó como las mejillas de Gabrielle se encendían.


Hola Rob... Me lo pasé muy bien comiendo contigo el otro día” contestó ella con la voz algo entrecortada.


Uh, sí, yo también”. Apretó los labios y forzó una sonrisa.


¡Rob!” Nick se levantó y le estrechó la mano, dándole unos golpecitos en el hombro en el proceso. “Me alegro de que estéis a gusto el uno con el otro”.


Robert frunció el ceño levemente y fijó su mirada en la Nick. Tramaba algo.


¿Por qué no te sientas?” dijo Nick, gesticulando hacia la silla que estaba junto a Gabrielle.


Gracias” dijo Robert sonriendo. Se sentó y se acomodó, estirando las piernas frente a él. “Bueno..¿qué pasa?”


Bueno, yo...” comenzó Nick a decir, mirando fijamente a Rob. “Sabes que lo único que quiero es lo mejor para tu carrera, ¿verdad?”


Sí...” contestó Robert dudoso. Sus sospechas sobre las intenciones de Nick se confirmaron de inmediato. Solo esperaba que Nick no sugiriese algo con lo que el no estuviera de acuerdo. Corrección: otra cosa con lo que él no estuviera de acuerdo.


Quiero lo mejor para los dos” continuó Nick, mirando a Gabrielle. “Los dos estrenáis películas este otoño”


Robert no pudo evitar arquear su ceja izquierda escépticamente.


Creo que deberías llevar a Gabrielle a la Premier de Harry Potter” dijo Nick con una sonrisa inocente.


La propia sonrisa de Robert se evaporó de inmediato. ¿Qué? ¿Se supone que ahora debería tener una novia de repente? ¿Y en qué le beneficiaría a él? Miró a Gabrielle, quien tenía la cabeza gacha y estaba colorada de la vergüenza. Se percató de que ella saldría más beneficiada que él. La maniobra de Nick consistía en que ella fuese conocida. Y qué mejor que relacionarle a él, el mismísimo Cedric Diggory, con Gabrielle Linton y con sus compañeros de Harry Potter al mismo tiempo.


No” contestó. Simple y contundentemente.


¡Pero a ella le encantaría verlo!” insistió Nick.


Estoy seguro de que puedes arreglártelas para conseguirla una invitación. He oído que Daniel Radcliffe está disponible” murmuró Robert sarcásticamente. No podía creerse que Nick pensara que fuera tan estúpido. ¡Ir a un estreno con una mujer sería prácticamente lo mismo que anunciar un compromiso! Especialmente con la tormenta de medios que le rodeaban ahora mismo. Ni si quiera podía limpiarse el culo sin que nadie lo supiera, y mucho menos, llevar a una chica a un estreno. Ni de coña iba a pasar por eso. ¿Qué iban a pensar de él? Joder, ¿Qué pensaría Miranda de él?


Por favor...Rob... Considéralo un segundo” le suplicó Nick, inclinándose sobre sus codos como si estuviera tratando de convencer a un niño pequeño para entrar en la Mansión Encantada de Disneyworld. Pero Rob no era un crío, a pesar de que solo tuviera 23 años. Y tampoco era tonto, ni nuevo en esto. Robert se recostó en la silla y miró a Nick con calma. Se negaba a que alguien, especialmente Nick, intentara manipularle para hacer algo que no quería hacer.


Ese día estaré en Vancouver” murmuró.


Ese día no tienes rodaje Rob. Puedes volver a casa” insistió Nick.


¡Esta no es mi casa!” Robert no pudo evitar que se le quebrase la voz.


Sabes a lo que me refiero” Nick estaba sonriendo suplicante; ni si quiera pestañeó mientras miraba a Rob a los ojos.


No voy a formar parte de esos juegos, Nick” dijo, apretando la mandíbula. No podía creer que Nick le hubiera llamado para pedirle algo tan ridículo como esto. A estas alturas tendría que conocerle un poquito como para saber que se negaría. Incluso aunque fuera una cosa de un día con Gabrielle, se temía los meses que estaría contestando a preguntas ridículas en entrevistas que serían el resultado indirecto de algo tan estúpido como esto. La gente aún le seguía preguntando si estaba pillado por Kristen Stewart.


¿Quien dijo nada de un juego?” Nick seguía haciéndose el inocente.


¿Esa es mi agenda para las próximas dos semanas?” soltó Robert de repente, haciendo ver que su paciencia se había agotado mientras se inclinaba para coger un montón de papeles que estaban en el escritorio de Nick.


Sí” dijo Nick, lanzando una mirada de disculpa a Gabrielle, mirada que a Robert no le pasó desapercibida. Su irritación creció cuando se percató de que tal vez Gabrielle también pensaba que todo esto era una buena idea.


¿No hay nada más que quieras discutir conmigo?” Robert apretó de nuevo la mandíbula, agarrando el borde de la silla, indicando que se marchaba.


No, por el momento no”.


Muy bien”. Robert se levantó y miró a Nick con desprecio por primera vez desde que empezó su relación. No quería ponerse a discutir con él estando Gabrielle en la habitación. Nick sabía que esta era la única razón por la que no estaban peleándose en ese momento. “Si me disculpáis, tengo que ir al gimnasio” murmuró, largándose de allí. Tan solo había dado unos cuantos pasos por el pasillo cuando escuchó unos pasos tras él.


¡Robert!” Era Gabrielle. Estuvo a punto de entornar los ojos, pero se giró para mirarla.


¿Sí?” dijo con un suspiro.


Por favor, lo siento mucho. No quería que pasase esto. Nick lo sugirió y no podía decirle que no...No pretendía ponerte en una posición incómoda”. Ella le miró suplicante, levantando la mano como si quisiera tocar su brazo. Pero no lo hizo, dejándolo caer de nuevo.


Robert suspiró de nuevo, dándose cuenta de que no estaba tan enfadado con Gabrielle. Sabía que era nueva en todo esto y estaba deseosa por ser la “gran novedad”. Y seguro que el hecho de verla con él sería un atajo para llegar a la fama. Pero ese no era el camino, y necesitaba hacerla ver que no todo el mundo quería lo mejor para ella a largo plazo.


Yo...Gabrielle, escucha. Intentarán venderte un montón de mierda. Tienen un libro enorme con trucos para hacernos famosos lo antes posible... no tienes que someterte a eso, ya sabes” dijo Robert, metiendo las manos en los bolsillos. Sabía que Sara les estaba escuchando y le contaría todo a Nick tan pronto como se fuese de allí, pero no le importaba.


Lo sé...” dijo Gabrielle bajando la cabeza. Suspiró nerviosa un par de veces antes de alzar la vista para encontrarse con la de Robert. “Pero cuando dije que me lo pasé muy bien el otro día comiendo contigo, lo dije en serio” admitió con una sonrisita.


Sí...yo también” contestó él, imitando su sonrisa, intentando averiguar si realmenete lo decía en serio o era parte de su plan para que la vieran con él.


¿Te apetecería repetirlo algún otro día? ¿Podríamos ir a lo mejor al Ivy y comer allí?” Parecía tan esperanzada, pero Robert la miraba sin creerla. ¿Se pensaba que había nacido ayer?


No”. Se pasó las manos por el pelo frustrado. ¿En serio era tan estúpida? “¿Te ha dicho Nick que me dijeras eso?”


¡No! Es solo que... sé que mucha gente va allí y... he oído que la comida es buena”


La miró fijamente, lleno de dudas. No tenía ni idea de si era buena actriz o no. Joder, si ni si quiera sabía qué película estaba haciendo ahora mismo y tampoco le importaba. No sabía nada de ella salvo lo que le había contado el otro día y ni si quiera estaba seguro de habérselo pasado bien con ella. Estaba 100% convencido de que alguien como Gabrielle no tendría nada que hacer contra Miranda.


Joder. Miranda otra vez.


En cualquier caso, algo en Gabrielle le hacía sentirse como un hermano mayor. Protector. Alguien que tendría que enseñarla como funcionaban las cosas en este circo llamado Hollywood, no fuera a ser que acabase esnifando cocaina en el Chateu Marmont en cuestión de un mes con Brandon Davies o con cualquier otro perdedor. Él sabía que era uno de los menos indicados para guiarla, pero no podía deshacerse de ese sentimiento de protección hacia ella.


Vamos a hacer una cosa. Podemos comer juntos, pero yo elijo el sitio. No me fío de la gente que pueda aconsejarte” dijo, sonriéndola sinceramente por primera vez ese día.


Vale. Muy bien Rob! Lo que tú digas cariño!” bromeó ella, cruzándose de brazos con expresión divertida.


Vale... te llamaré la semana que viene, tengo un montón de cosas que hacer ahora”


¡Genial!” dijo ella sonriendo ampliamente.


Mientras tanto cuídate. Intenta no matarte con esos putos zapatos”. La sonrió y comenzó a alejarse, sacudiendo la cabeza divertido.


¿Sabes? No te haría daño ponerte algo de ropa que no oliese a naftalina” dijo ella, aprovechando el buen rollo, mientras se encaminaba de nuevo al despacho de Nick.


**


Rob continuaba sonriendo mientras sacaba sus gafas de sol y protegía sus ojos del sol de California.

Se metió en su coche dispuesto a enfrentarse de nuevo al horrible camino de vuelta a Burbank; puso su CD de “The meters” sintiéndose algo mejor mejor de lo que se había sentido en estas últimas semanas. Miró el reloj y calculó la hora en Londres, preguntándose que estarían haciendo sus amigos y permitiéndose pensar en Miranda para subir su ánimo un poco más.


Probablemente debería llamar a Patrick. No habían hablado desde que se marchó y echaba mucho de menos a sus amigos, ahora más que nunca. Solo llevaba en LA un par de semanas pero le estaba resultando duro. Seguía pensando en llamar a Patrick o a Tony cuando paró en la gasolinera de Chevron. Necesitaba comprar más Coca-Cola Light y cigarros.


Entró en la tienda de la gasolinera y cogió los refrescos, ajustándose su gorro de lana según se acercaba a la cola. Suspiró y golpeó su mano contra su muslo mientras echaba un vistazo alrededor. Un stand con revistas, una máquina de café y una estantería enorme con caramelos. Frunció el ceño cuando vio su cara en la portada de la revista Hello! a pocos metros de él. La foto era antigua... una de él y Kristen en el estreno del pasado otoño.


Tenía que admitir que la gente tenía algo de razón cuando creían que Kristen y él estaban enamorados. Ella tenía una forma de girar la cabeza hacia él para sonreírle que la hacía totalmente adorable. Él simplemente estaba ahí con la “cara folladora” que le habían enseñado a poner. Era como muy “rock 'n roll”, y una vez que vieron que esa pose funcionaba, Summit les había pedido que hicieran eso más a menudo. Esas fotos vendían revistas. Más prensa significaba más dinero para Summit. Y más dinero para Summit significaba que él podría permitirse tener calefacción en un piso en el Soho cuando regresase a Londres.


Una foto pequeña de Nikki figuraba junto a su foto con Kristen. Frunció los labios mientras estudiaba el semblante sombrío de Nikki en esa foto. Debía haber sido un día realmente malo o uno de esos momentos en los que la chica parecía estar molesta con algo.


Extra! Trío en Crepúsculo!


Su buen humor se desvaneció por completo. ¿Trío? ¿Pero qué coño? ¿Con Kristen y Nikki? ¿De qué iba todo esto? Alzó la vista y vio como el chico del mostrador sonreía ligeramente al ver la reacción de Robert según se acercaba con el pack de 12 latas de Coca-Cola Light en una mano y sus gafas de sol en la otra.


Esto y un paquete de rubios, por favor” murmuró mirando a por la ventana intentando recomponerse.


¿Un paquete de qué?” preguntó el chico, con una expresión confusa en su cara.


¡Rubios! Cigarros, pitis...Malboro Light” Robert suspiró y buscó en su bolsillo un billete de $20. ¿Por qué cojones todos los billetes americanos tienen que ser iguales?


Son $10.99” sonrió el chico. “Debe ser una pasada tener a esas tías, eh?” dijo, moviendo las cejas arriba y abajo.


¿Cómo dices?”


¡Ahí dice que te has montado un trío con ellas, tío! Tú eres Robert Pattinson, ¿no?”


Bueno, no quiero ser borde...Tommy” dijo Robert leyendo el nombre del chico en una placa que llevaba en el pecho mientras se guardaba el cambio en el bolsillo. “Pero no te creas todo lo que leas. Especialmente en esas revistas”. Robert salió pitando de allí cuando las demás personas empezaron a mirar en su dirección.


Sacando el móvil del bolsillo, miró la hora. Era la 1 del mediodía en California, así que Patrick probablemente estuviera despierto. Cerró la puerta del coche y se acomodó en el asiento mientras esperaba a que Patrick contestase.


Hola mi amor, ¿Cómo estás?” bromeó Patrick. Debió haberse fijado en el número de teléfono americano, dando por hecho que sería Rob.


Hola nena, ¿cómo estás tú?” bostezó Rob, sonriendo levemente al oír la voz de su mejor amigo.


Te echo de menos, pero por lo demás, estoy bien” dijo Patrick riéndose un poco.


Sí, yo también echo de menos tu culo” murmuró Robert. Sabía que esta admisión era un poco gay. Pero aunque estaban bromeando, lo decía en serio.


Ojalá pudiera decir lo mismo” dijo Patrick. “Pero... Están poniendo en la tele Britain's Got Talent (el Tú sí que vales británico) y no puedo perdérmelo... tendrás que llamarme en otro momento, cuando tengas un descanso”


Bien. ¿Te refieres a la semana que viene?”


Uh-uh” dijo Patrick bostezando. “¿Tan mal andan las cosas tío?”


Peor” gruñó Robert, masageando sus cansados ojos.


Cuéntame entonces; déjalo salir” ofreció Patrck.


Nick quería que sacase por ahí a una tía, una de sus clientes, para que la prestasen atención. Tengo una furgoneta en la puerta de mi casa 7 días a la semana durante 24 horas, que me sigue a todas partes...”


Paparazzi?”


Sí” murmuró Robert, cruzándose de brazos y sujetando el teléfono entre su hombro y su oreja y echando un vistazo a lo que ocurría tras él por el espejo retrovisor. “Y ahora... la revista Hola! dice que me lo he montado con Nikki y con Kristen el fin de semana pasado”


Sí, también sale en la portada del Daily Mirror aquí” le informó Patrick. “Pero no es verdad, ¿no?”


Claro que no” escupió Robert. “Kristen tiene a Mike y Nikki... somos amigos, por el amor de Dios! Las dos son amigas mías” gruñó.


Sí, ya lo sé” dijo Patrick con un suspiro. “Sólo lo estaba corroborando”


¿Para asegurarte de que mi lado putero no se desmadre?”


Sí, lo admito. Ya tienes asignada una esquina en Sunset, ¿verdad?”


Que te jodan” dijo Robert riéndose. “Ya en serio Pat, un tío me ha preguntado...que si no era genial tener a esas tías” exclamó Robert. “Quiero decir, que la gente se cree toda esa mierda”


No, no todo el mundo”


Crees que... espera..¿Estás solo?”


Sí”


Mira... hazme un favor. No me preguntes por qué, pero no quiero que...Miranda...se crea esas historias....”


¿Y como se supone que voy a saber yo si se las cree o no?” Patrick parecía confuso. “¿Por qué estás tan preocupado por eso?”


Porque... No quiero que piense que soy así”. Robert suspiró, percatándose de que era cierto. Significaba algo para él. Lo que ella pensase de él, si es que pensaba en él, significaba mucho para él. “¿Por favor?”


Haré lo que pueda” le aseguró patrick.


Gracias” Robert se mordió el labio y habló con Patrick algunos minutos más antes de colgar. Era genial oír su voz. Quería haberle preguntado más cosas sobre Miranda, pero estaba demasiado asustado. No quería que ella estuviese triste por el modo en que terminaron las cosas. Pero tampoco estaba muy seguro de querer saber si ella era feliz. Se sentiría un poco mejor si supiera que ella pensaba en él también, pero no se había atrevido a preguntarle a Patrick esta vez.


¿Y qué beneficio sacaría él de todos modos? Suspiró y apoyó la cabeza en el volante, cruzando los brazos por encima de su cabeza. Sintió como se acercaba sigilosamente, tal y cómo él supo que acabaría pasando. El oscuro dolor en su corazón se agudizó tan pronto como escuchó su nombre o pensó en sus amigos, algo de lo que ella era ya parte sin duda. Se preguntó si debía haber mantenido el contacto con ella, pero se negó a dar más vueltas a este extremo. Ni si quiera iba a permanecer en el mismo sitio en los próximos meses, y ni iba a tener ni un solo día libre hasta otoño. No habría funcionado.


No habría funcionado” se murmuró así mismo mientras encendía el motor. “No habría funcionado. No habría funcionado”. Se repitió esto una y otra vez mientras se adentraba en Hollywood Way, deseoso por llegar a la comodidad y a la protección que le ofrecía su apartamento.


No habría funcionado.



viernes, 16 de octubre de 2009

CAPITULO 7 (SEGUNDA PARTE)


¡JODER!” gritó Robert. El taxista se sobresaltó levemente, observándole con cuidado por el espejo. Robert se cubrió la cara con las manos, decidido a alejar el dolor.


En ese momento, maldijo todo lo referente a su vida. Odiaba LA, odiaba los aeropuertos, odiaba Crepúsculo, odiaba su apariencia, y odiaba el hecho de no poder llevar una vida como la de cualquier otra persona normal. Tenía que hacer de la vida algo difícil de vivir. Summit era dueña de cada puto pelo de su cuerpo – literalmente. Nunca antes se había sentido tan atrapado. Ni si quiera podía cortarse el puto pelo sin ser por ello catalogado como un nuevo cabrón. Le cortarían la cabeza si les decía que quería dejar todo eso.


Suspiró, frustrado. ¿En qué coño estaba pensando? No quería dejar aquello...era la mayor oportunidad de su vida. ¿Quien era él para quejarse de su suerte? Por supuesto, las cosas habían pasado demasiado rápido y no había tenido mucho tiempo para adaptarse. Pero lo había hecho bastante bien, dadas las circunstancias. Era sólo que ahora, ahora que había visto el primer destello de que lo podía ser una vida normal de un hombre enamorado de una chica maravillosa...Le jodía estar atado durante los próximos años.


¿Enamorado? Frunció el ceño, intentando mantener la imagen de Miranda sonriendo alejada de su mente. El pensamiento le asustó, y lo desechó con rapidez. En unos poco días, lo conseguiría. Era sólo que le resultaba muy fácil dejarse llevar cuando estaba con Miranda. Nunca había conocido a nadie como ella. Era guapa, obviamente, y le ponía a mil por hora, sin duda. Cuando pensaba en su culo, aún se le ponía dura. Su pelo era fantástico, su cara era dulce. Pero lo que realmente le tenía enganchado era su personalidad.


Ah, joder” maldijo en silencio, poniéndose las gafas de sol cuando sus ojos comenzaron a picarle incómodamente, con la inminente amenaza de las lágrimas empujando a través de sus párpados. La personalidad de Miranda era por lo que le resultaba tan difícil marcharse. Siempre se había considerado un tío al que era difícil llegar y algo reservado- la clase de persona que bromeaba para mantener las cosas a un nivel neutral. Su comportamiento los pasados dos días le resultaba completamente extraño. Había sido incapaz de mantenerla fuera de su cabeza, sin importar lo mucho que lo intentara. Por cada razón que encontraba para alejarse de ella, siempre había otras dos para quedarse.


Sabía que se merecía un poco de diversión, especialmente cuando se ocultaba en su refugio particular que era Londres; pero sabía que no tenía nada que ver. La actitud de Miranda le había fascinado desde el principio. Actuó como si no tuviera nada que esconder, como si no se avergonzara de sus sentimientos. Ella le deseaba y así se lo hizo saber. Era una chica atractiva e inteligente que parecía no tener miedo a nada. “Me preguntaba si sería lo suficientemente valiente como para seducirte”. Sonrió maravillado. ¿Como habría podido resistirse a un desafío semejante?


Tenía claro que todo esto había sido algo más que un poco de diversión. Si él hubiese sido un chico normal, capaz de tener una novia, un trabajo normal y un ritmo de vida normal, se habría arrodillado ante esta chica en una semana.


El taxi olía a tabaco. Alguien había fumado dentro, obviamente, probablemente el conductor. Sacó un cigarrillo de la caja de Malboro Lights de su cazadora. El conductor empezó a protestar cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo Robert.


¡Este es un taxi para no fumadores, señor!” protestó el conductor, pero se calló de inmediato cuando Robert le lanzó una mirada llena de odio. Lentamente, exhaló el humo contra la mampara del taxi que les separaba.


Cerdo de doble moral” murmuró, no estando seguro de si se refería a él mismo o al conductor, quien miraba fijamente a la carretera.


La amargura había incendiado sus venas desde que había parado al taxi fuera del apartamento de Patrick. Había dejado atrás a Patrick...y a Miranda.


Se marchaba a LA, un lugar extraño y raro donde apenas conocía a nadie. Raramente mostraba este lado suyo, y había recibido un montón de preparación para lidiar con los medios y actuar como una marioneta, cosa que debía agradecer a su manager. Sin embargo, la cara que mostraba ante las cámaras no era del todo falsa. Generalmente era un tío alegre, y de alguna manera, su extraña personalidad y su propensión a hacer bromas y a poner caras raras, hacía que la gente que más le importaba le considerasen entrañable. Pero nadie le conocía tan bien como para darse cuenta de su lado malo. Y definitivamente, no había nadie alrededor para pararlo cuando ese lado empezaba a encabritarse en su cabeza.


La cara que había estado relajada durante el fin de semana, se estaba endureciendo. Sus labios formaban una fina línea y miraba al vacío.


Estaba de camino a Hollywood para venderse. Su cara se volvió casi siniestra cuando pensó en ello. Se estaba vendiendo a una industria de 2 billones de dólares que estaba llena de prensa, sesiones de fotos y estilistas; pósters, DVD's, camisetas, copas, tazas... incluso jodidos perfumes y alfombrillas para ratones de ordenador. Estuvo a punto de reírse como un maníaco cuando pensó en el puto juego de mesa que acababan de sacar a la venta. Un juego de mesa, por el amor de Dios! Le pagaron dos millones de dólares y él les dio una año de su vida a cambio. Gustosamente habría dado esos millones por una oportunidad de poder ser otra persona distinta.


Parte de sus maldiciones se debían en parte a que creía que no se merecía nada de esto. Hasta hace un par de años, lo único que había hecho en su vida era emborracharse y escribir canciones. Incluso sus padres habían empezado a darle por perdido. Su único éxito había sido Harry Potter, pero incluso ahí, se había escondido y no había rentabilizado su oportunidad. Había hecho un par de películas más que nadie había visto, e incluso algo de teatro y trabajos como modelo, pero eso era todo.


Ahora, la histeria que le rodeaba había hecho que los estudios encontrasen increíblemente interesantes sus trabajos anteriores. De repente, le consideraban un músico con talento, “impresionante” como alguien dijo, y un actor con un brillante futuro por delante.


Era todo tan irónico y superficial para él. La gente esperaba que se comportase como una estrella de cine, y esperaban que se llevase a las chicas más atractivas. Incluso se había rumoreado que había estado saliendo con todo tipo de súper modelos, y sus colegas le habían estado dando la plasta con eso. Pero en el fondo, seguía siendo ese chico raro que era demasiado alto y con manos de chica. Seguía siendo áquel ante quien su madre siempre sacudía la cabeza con desaprobación cada vez que se había puesto a tocar la guitarra en lugar de hacer los deberes o estudiar. Había sido ese chico hasta que el director de casting de Crepúsculo le había llamado para decirle que había conseguido el papel.


Apretó la mandíbula y se juró a sí mismo que en cuanto todo esto se acabase, nunca volvería a hacer este tipo de películas- nunca. Nunca volvería a interpretar a un tío que era la fantasía de millones de chicas en todo el mundo. De hecho, quemaría el guión antes de leerlo. Intentaría recuperar lo poco que le quedaba de su antigua vida y de su antiguo yo.


¿A qué terminal, tío?” Sus pensamientos fueron interrumpidos por el conductor, que le miraba por el espejo. No estaba demasiado contento, ya que Robert se había fumado un mínimo de 4 cigarros desde Picadilly a Heathrow.


Tres” murmuró, mientras que sus ojos empezaban a centrarse de nuevo. Las indicaciones de la carretera señalaban que estaban a pocos minutos de llegar al aeropuerto. Cuando llegaron, Robert le dio al taxista una buena cantidad de dinero. Le hizo sentirse un poco menos culpable, ya que probablemente el taxista tendría que limpiar el coche antes de poder recoger a otro cliente.


Cogió un carro mientras el taxista sacaba sus maletas del maletero.


¡Ahí está!” gritó alguien.


Con rapidez, Robert se puso sus gafas de sol de nuevo y se apresuró hacia la entrada mientras la manada de paparazzis se acercaban corriendo a él.



¡Robert!” gritaban, intentando captar su atención. Los flashes estuvieron a punto de cegarle. ¿Quien coño les había avisado? Probablemente algún trabajador de British Airways, pensó.


¡Robert! ¿Que has estado haciendo en Londres?”


¿Has conocido a alguna chica?”


Suspiró y siguió mirando al frente, empujando el carro con sus maletas lo más deprisa que podía sin llevarse a nadie por delante. Se percató de que todo el mundo que estaba en la entrada le estaba mirando cuando atravesó las puertas con 10 fotógrafos siguiéndole los pasos. ¡Se moría de vergüenza!. Parecía que estaba en un circo de monstruos y estaban agotando toda su paciencia.


Pensando en que debería seguirles la corriente y darles lo que querían, se detuvo y se giró para encarar a los fotógrafos, con una sonrisa en la cara. Los flashes empezaron a dispararse en todas direcciones.


Vale, ya tenéis las fotos. Ahora por favor, marchaos” les pidió lo más educadamente que pudo, dado su humor de perros.


¡Robert! ¿Has conocido a alguna chica en Londres?” Todos querían saber sobre la única cosa de la que él no quería hablar. Negó con la cabeza.


He pasado mucho tiempo con mi familia, ya que he estado dos meses sin verles” contestó. Y era la verdad, o toda la verdad que ellos necesitaban conocer. Se dio la vuelta y comenzó a alejarse. La mayoría de los fotógrafos se marcharon satisfechos, mientras que otros poco corrieron a su lado, sacado una última foto antes de darse por vencidos.


Se colocó en la cola para facturar las maletas y suspiró. Una mujer de unos 50 años se giró y le sonrió con lástima.


Wow... eso debe ser duro”


Robert la miró, aterrado por si esa voz pudiese pertenecer a alguien que fuera a volverse histérica, pero en lugar de eso, encontró lástima. La sonrió y se quitó las gafas de sol, guardándolas en el bolsillo interior de su cazadora.


Vergonzante, más bien” admitió él. Tenía planeado ir al bar y beber la suficiente cerveza como para aguantar todo el vuelo. Necesitaba dormir.


¿Por qué eres famoso?” dijo la mujer frunciendo el ceño. “Lo siento, pero no te reconozco”.


Esto le hizo reír un poco. “Salgo en una película nueva, Crepúsculo... está basada en unos libros...”


¡Oh! La película de vampiros, ¿no?” La mujer sonrió. “Mi hija lee los libros; está loca por el protagonista masculino, Edward. ¿Ese eres tú?”


Sí”, sonrió Robert.


No te pareces en nada a como sales en la película” sonrió la mujer. “O por lo menos en los anuncios. Quiero decir, es que no he visto la película. Creo que es para gente más joven”


Sí, sí que lo es” dijo él, incapaz de controlar la amargura en su voz. Si todas las fans fueran así, la vida sería mucho más fácil. Charlaron amigablemente mientras la cola avanzaba, y tuvo que hacer un gran esfuerzo para mantener su mente en la conversación y alejada de cierta chica que había dejado atrás.


Cuarenta minutos más tarde, pasó por fin el control de seguridad y avanzó por la terminal. Iba a embarcar en media hora, lo que suponía un montón de tiempo para emborracharse. Siguió las indicaciones y llegó al bar, que afortunadamente, estaba casi vacío. Se pidió un whisky doble y vació el vaso de un trago, justo antes de pedir otro.


Cogió el vaso y se sentó junto a la ventana, contemplando el enorme avión que había al otro lado. Era uno de esos Airbus ridículamente grandes con dos pisos. Estaba lloviendo, por su puesto, y el asfalto brillaba bajo el avión debido a las gotas de lluvia, haciendo que pareciera un enorme charco. Esperaba que el avión fuese capaz de despegar con todo esto. Durante la promoción de Crepúsculo, la incesante lluvia en Alemania les había obligado a retrasar el vuelo casi un día entero. La productora estuvo a punto de demandar a la compañía aérea porque no habían podido hacer acto de presencia en Toronto.


Buscó en su bolsa “El retrato de Dorian Grey”, el cual se estaba leyendo por tercera vez. Wilde hacía un uso perfecto del Inglés y estaba bastante emocionado con la adaptación al cine que se estaba haciendo, con Ben Barnes encarnando a Dorian Grey.


Bien. Puede que Barnes se el próximo, y así no me molestarán más a mí”


Tan solo había leído unas pocas páginas cuando su móvil empezó a sonar.


Puto pajillero” murmuró Robert. Era Nick, su manager.


Nick” dijo con un bostezo. “Estoy en Heathrow esperando a embarcar”


¡Genial!” dijo Nick. “¿Cómo estás? Pareces borracho”.


Solo estoy cansado” mintió Robert, mirando el vaso frente a él. Estaba casi vacío. “Necesito dormir en el avión”


Entiendo” contestó Nick escéptico. “Tú mantente en forma y estate preparado para la semana que viene, ¿de acuerdo?”


Mmmhm” Dijo Robert entornando los ojos. Se pondría en forma cuando a él le diera la gana. La mayor parte del tiempo respetaba a Nick y casi nunca le daba problemas, siendo consciente de que no facilitaría el trabajo de Nick. Además, ni de coña hubiese podido mantener los pies en la tierra sin la tutela de Nick. Sin embargo, había dejado de escuchar a la mayoría de los cabrones que intentaban conducir su carrera a través de las promociones de Crepúsculo. Si realmente estaban tan preocupados por su salud, no le habrían hecho volar a 20 ciudades distintas en un mes para promocionar una película que apenas necesitaba promoción. Después de una semana, había empezado a beber para lidiar con el jet lag y con los nervios que le entraban cuando tenía que aparecer ante 3.000 chicas histéricas y acudir a entrevistas todo el puto rato. No era de extrañar que estuviera hecho una mierda al final. Los promotores sólo se preocupaban de que Robert acudiese a la próxima entrevista o al siguiente programa de TV. Sólo les interesaba hacer dinero.


Oye Rob... Lo digo en serio” suspiró Nick. “Ya sé que esto ha sido duro para tí, pero beber no soluciona nada”.


¿Y supongo que las pastillas para dormir sí?” Murmuró Robert sarcásticamente en respuesta.


Sí, pero sólo si te tomas la dosis correcta” contestó Nick. Robert sonrió, recordando alguna que otra experiencia interesante relativa a las pastillas para dormir. Nunca tomaba la dosis correcta de nada.


Me quedo con el whisky” dijo, tapándose la boca para bostezar. Por lo menos con el alcohol, lo peor que podía pasarle era devolver o quedarse inconsciente. Prefería lo último.


Ya bebes demasiado”


Sí, y tú estás lleno de mierda” contestó Robert. “Oye, voy a embarcar enseguida, ¿tenías algo especial que decirme?”


Solo quería repasar tu agenda. Me voy mañana a Hawaii con mi mujer” suspiró Nick.


Apostaría a que es con el dinero que ganas conmigo. Hawaii estaría bien: el sol, las bebidas y el calor. Puede que cuando acabase todo esto, podría llamar a Miranda y...Imágenes de ella en bikini le vinieron a la cabeza. Suspiró y las alejó de su mente, recordándose a sí mismo que le había dicho que no se pondría en contacto con ella.


Nick repasó la agenda de Robert rápidamente. Jay Leno otra vez, una entrevista y una sesión de fotos con Harpers Bazaar la semana que viene, por lo que Nick pensó que debería broncearse un poco.


Robert escuchó la mitad. El próximo mes estaba plagado de entrevistas y guiones que Nick quería que leyese. Y después, volaría a Vancouver para rodar Luna Nueva. Cabía la posibilidad de tener una semana libre antes de que las entrevistas y las fotos promocionales empezaran y de que el circo se pusiera de nuevo en marcha, con viajes por todo el mundo, fiestas de revistas, fiestas después de las fiestas y chicas histéricas. Robert frotó sus cansados ojos y suspiró, luchando contra el pánico que crecía en su interior y contra las ganas de empezar a gritar a Nick.


Muy en el fondo, sabía que tenía que darle las gracias a Nick por su popularidad, pero no podía estar 100% agradecido. Conocer a Miranda le había hecho darse cuenta de todo a lo que estaba renunciando. ¡Deja de acordarte de ella! ¡Ya es historia! ¡Asúmelo!


Durmió durante la mitad del vuelo a LA y la otra mitad, estuvo leyendo. Miranda regresaba constantemente a su cabeza. Parecía tan lejana ahora... No me extraña, pensó. Ella pertenecía a otro mundo distinto, un mundo sin fotógrafos, sin estrenos, sin tetas de plástico, sin montajes y sin Perez Hilton.


En el mundo de Miranda, todo era real, sincero y gentil. Suspiró de nuevo, preguntándose por qué se estaba sometiendo a esta tortura psicológica. Para él, ella era algo más que una persona maravillosa. Representaba un mundo del que nunca podría volver a formar parte, y que por lo tanto, nunca tendría.


Hizo una mueca. Miranda, te necesito aquí, pensó. De alguna manera, has hecho que el mundo vuelva a tener sentido para mí...


Con este último pensamiento, apretó la mandíbula y se obligó a no pensar más en ella. Adiós cariño, pensó. Y hola, asquerosos cabrones.


Respiró hondo cuando el avión empezó su descenso en LA, y cuatro meses de absoluta locura estaban a punto de empezar.