jueves, 8 de octubre de 2009

CAPÍTULO 6

WARNING: HOT, HOT, HOT CHAPTER! XD




CAPÍTULO 6: MENUDA PUTA MANERA DE MORIR



Miranda se sentó y miró fijamente el vaso de Morande Estate Cabernet Sauvignon que se había pedido. Después de 20 minutos, apenas lo había tocado. Había esperado que el vino chileno le subiera el ánimo, pero había sido incluso peor. Incluso Tuttons, con sus cálidas paredes rojas y su animado ambiente, no había apaciguado su extraño humor, a pesar de que estaba justo en la plaza y ofrecía una magnífica oportunidad para observar a la gente.


Lauren y Linda, una de sus compañeras de clase de la universidad, se las habían ingeniado para conseguir una mesa en la terraza y estaban charlando acerca de la tarde-noche anterior. Lauren había dirigido a Miranda un par de miradas curiosas durante la noche, pero Miranda había apretó los labios y fingió interés en su vino; no quería hablar de ello.


La tensión y la vergüenza que había sentido en la cena había hecho del espacioso apartamento de Patrick un lugar sofocante y había tenido problemas para respirar durante toda la noche. Intentó ignorar las miradas de Robert durante la cena y se concentró en Mariah y en Patrick en su lugar.


Su mandíbula se tensó al recordar cómo había ido Robert vestido esa noche. Verle en la puerta del apartamento la había dejado en shock, deseándole de inmediato. No es que antes no se hubiera dado cuenta de lo bueno que estaba. Sin embargo, esta noche, él había hecho un esfuerzo por estar guapo y el resultado fue increíble. Miranda había tenido problemas para controlarse y cuando sintió sus labios contra los suyos en la escalera, supo que su cuerpo le deseaba con todas su fuerzas, una vez más.


Y él la había deseado a ella también. Ella pudo notar como él había luchado antes por mantener sus manos alejadas de ella; sus expresivos ojos no habían sido capaces de esconder lo que deseaba o lo que estaba pensando. Para alguien que se autodefinia como una persona indiferente, su fuerte respiración le había traicionado.


Se había afeitado e intentado dominar su siempre desordenado pelo. ¡Y su maldita camisa! Por Dios Santo, le quedaba genial, con las mangas remangadas hasta los codos y los botones del cuello desabrochados. Estaba totalmente espectacular esta noche. ¿Por qué desperdiciarlo?


Maldita sea, ¿Por qué estaba siendo él tan irracional y tan difícil de conseguir? ¿Por qué no podía dejarse llevar? ¿Por qué tenía que pensar tanto las cosas? ¿Por qué no podía dejarse llevar por sus emociones, como hacía ella?


Frustrada, su cabeza se llenó de preguntas que sabía que nunca tendrían respuestas. Despacio, frotó sus piernas desnudas la una contra otra y frunció de nuevo el ceño. Eran suaves, recién depiladas e hidratadas...y no era la única parte que tenía recién depilada, por cierto. Su cara se tornó roja al pensar en todo el tiempo que había dedicado a ponerse guapa esta noche. Ella sabía que un montón de hombres la miraban, pero ella ni los veía. Estaba demasiado perdida en sus pensamientos.


¡Miranda!” la llamó Lauren, golpeando suavemente la mesa frente a ella. “Ya está bien de estar callada”


Miranda alzó la vista y forzó una sonrisa. Lauren puso los ojos en blanco, conociéndola demasiado para que la engañase con eso. Linda estaba en el baño y Lauren obviamente no podía callarse más tiempo.


¿Qué coño pasó ayer? ¿Tan malo fue?”


Miranda la miró fijamente y se empezó a reír.


No...no estuvo mal, en absoluto” admitió. “Fue...quiero decir” sonrió. “A mi me gustó”.


Wow...quiero decir...cuando te vi tirarle los trastos después de que bailásemos, pensé que me moría!” rió Lauren. “Fuiste mi héroe en ese momento...¿qué le dijiste?”


Miranda no pudo reprimir la sonrisa que empezaba a esbozarse. “Le dije a mi manera lo que quería hacer...tirármelo”


¿Como? ¿Así de fácil?”


No...pero algo así”


Oh Dios mío” se rió Lauren, sacudiendo la cabeza. “Eres mi héroe!”


Lauren continuó preguntando sobre Robert. Y Miranda contestaba a algunas preguntas, como a la de si besaba bien, y algunas otras se negaba a contestarlas, como cuando le preguntó por el tamaño de su polla.


Como he dicho, a mí me gustó” repitió, sonrojándose. Realmente no quería (o necesitaba) imaginarle desnudo en ese momento.


Vale, ya lo pillo” bromeó Lauren. Linda regresó y Lauren inmediatamente cambió de tema de conversación, hablando de John, el tío con el que se había enrollado anoche. No se habían ido juntos a casa, pero sí que le había dado su número de teléfono, y se mandaban mensajes de vez en cuando.


Miranda se levantó y se puso en la cola del baño, necesitando una distracción de la conversación que estaban teniendo Lauren y Linda sobre la crisis financiera. Se había bebido su copa de vino mientras las escuchaba hablar. No había mucho más que hacer, incluso aunque tuviera muchas cosas en mente. También se lamentaba por haber dejado de fumar. Pensó en la cara sonriente de Robert mientras exhalaba el humo de su cigarro en su cara en la puerta del Rockefella y cerró los ojos, intentando librarse de ese pensamiento. Decidió que era hora de tomar otra copa de vino.


Mientras estaba de pié en la barra esperando, sintió de repente un brazo rodeándola por detrás. Se tensó y miró ese brazo, enfundado en una cazadora negra de cuero. La familiar esencia a cigarros y colonia llenó su nariz.


Miranda, lo siento...” susurró la familiar voz en su oído.


Demasiados pensamientos y sentimientos la invadieron en ese momento, y quería reír... y quería llorar. Quería besarle, y joder, también quería matarle. En lugar de eso, se giró y le miró a los ojos. El brazo de Robert aún rodeaba su cintura.


Creí que te había dicho que no quería pasar tiempo con alguien que no quería pasar tiempo conmigo”, dijo, demandando una respuesta por su parte. El otro brazo de Robert la rodeó también, atrayéndola hacia él un poco más, pero ella seguía manteniendo una distancia prudente entre los dos para poder mirarle a los ojos.


Miranda, quiero pasar tiempo contigo”, dijo; su voz era temblorosa y sus ojos expresaban mucho más de lo que sus palabras podrían jamás. Miranda no pudo evitar rodearle la cintura, rindiéndose ante el intento de Robert de abrazarla. Él se inclinó y apoyó su frente contra la de ella, dejando escapar un leve suspiro de alivio. “Prefiero que me duela mañana a esta noche”.


Yo también” fue todo lo que ella fue capaz de decir. Sus piernas le flaquearon y se agarró fuertemente a él para mantener el equilibrio.


¿Por qué saliste corriendo?” susurró ella. Le oyó respirar hondo y esperó a que le contestara. “Sinceridad, ¿recuerdas?” dijo de nuevo, intentando aliviar un poco la conversación.


Porque ... porque estaba asustado” contestó sincero con una leve sonrisa.


¿Adonde fuiste? ¿Qué hay en Seven Sisters?” preguntó Miranda.


Un amigo...” contestó. Sus ojos rápidamente se apartaron de los de ella antes de volver a mirarla de nuevo. “Pero me he dado cuenta de que prefiero estar aquí...”


Oh...” murmuró ella, decidiendo dejar ese tema. Él estaba aquí ahora y era lo único que importaba. “¿Quieres llamar un taxi?” susurró Miranda, mientras él reía levemente.


Sinceramente...ya lo he hecho” admitió.


¿Como?” dijo mirándole fijamente. “¿Tan seguro estabas de que me iría contigo?”


No” admitió él con media sonrisa. “Pero odio este tipo de sitios. Me iba a ir de todas formas”


Ella le devolvió la sonrisa y cerró los ojos según él volvía a inclinarse hacia ella. “Coge tu cazadora” susurró, besando suavemente su oreja. Cosquilleos y escalofríos recorrieron el cuerpo de Miranda cuando Robert la soltó y se dirigieron hacia la terraza.


Caminando hacia su mesa, Miranda vio a Lauren y a Linda mirándola con los ojos abiertos como platos.


Los ojos de Miranda se alternaban entre Robert, que ya la estaba esperando fuera, y las chicas.


Déjame adivinar...¿Te vas?” preguntó Lauren.


¿Si...?” dijo Miranda arqueando una ceja.


¡Corre!”


Miranda sonrió, despidiéndose de sus amigas con gestos casuales y dirigiéndose hacia Robert, que estaba de pié a unos metros de distancia con las manos en los bolsillos y una sonrisa. Cuando Miranda se acercó, Robert le puso una mano en el hombro, guiándola fuera del local y hacia la plaza. Miranda entendió su proceder; su nombre había sido susurrado varias veces mientras ella salía. La gente le conocía y estaban cuchicheando acerca de la forma en la que se había acercado a ella antes. Incluso algunos llegaron a señalar.


Se giró para observar al grupo de personas que permanecían en la terraza. Ella no se estaba imaginando las cosas; les estaban mirando fijamente. “Sabes... la gente perece estar tremendamente interesada en esto” dijo Miranda, tragando saliva incómoda.


Sí” suspiró él, mientras caminaba junto a ella. Miranda alzó la vista para mirarle y vio que estaba sonriendo ligeramente.


¿No te importa?” dijo, frunciendo el ceño.


Normalmente sí, me importa” admitió, mordiéndose el labio, sonriendo. “De hecho...¿te importaría si fuésemos en el metro? Hace una buena noche...y umm... es mi última noche en Londres..” dijo. Casi parecía un drogadicto necesitando su dosis.


Miranda simplemente le sonrió y caminó delante de él, guiando el camino. Podía notar como los ojos de Robert la observaban y sonrió. Atravesaron Crossel rápidamente, entrando y saliendo de entre la gente.


Pronto llegaron al metro y Miranda estaba alucinada por lo bien que llevaba Robert toda esa situación. Toda esa gente mirándole, susurrando, pero sin llegar a acercarse...debía ser algo muy raro.


Pero por alguna razón, parecía estar de muy buen humor. Se puso junto a ella con las manos en los bolsillos, dedicándola pequeñas sonrisas y miradas que decían más que suficiente. Lo único que ella era capaz de hacer era devolverle las sonrisas.


Algunas chicas le pidieron que se hiciera unas fotos con ellas, y él lo hizo, posando pacientemente con una sonrisa entre 5 chicas mientras se turnaban entre ellas para sacar las fotos con sus cámaras. Miranda se adelantó caminando, esperando evitar cualquier posible pregunta que pudiera incomodar a Robert. Su admiración por él aumentó cuando miró en su dirección, viendo como su respecto por sus fans se reflejaba en sus actos.


**


Cuando salieron del metro en Victoria Station, había poca gente alrededor y pocos le reconocían. En cuanto alcanzaron el último escalón de las escaleras, Robert tiró de ella acercándola a él y pasando un brazo por sus hombros, apretando sus labios contra su pelo. Ella incluso podía oírle sonreír de nuevo.


¿Por qué estás tan contento?” dijo sonriendo ampliamente y mirándole.


Él se encogió de hombros y le devolvió la sonrisa. Miranda giró la cabeza y le miró a los ojos. Había algo diferente en él, algo que podía ver y sentir. Parecía estar muy relajado. Verle así hizo que su propia tensión se desvaneciera. Algo en él había cambiado.


¿Qué?” preguntó él.


Estás...diferente” dijo sonriendo.


Sí” admitió, caminando más deprisa y arrastrándola con él. Una sonrisa se dibujó en sus labios mientras sus dedos se cerraban fuertemente sobre el hombro de Miranda.


Digamos que... he aprovechado una oportunidad y gané”




Robert se sentó en una silla en la cocina de Miranda con una sonrisa en sus labios, mientras ojeaba algunas de las fotos de Miranda que estaban sobre la mesa. Eran del verano pasado, cuando ella y Lauren se habían ido a España de vacaciones. Las encontró y empezó a verlas antes de que ella pudiese protestar. Por su cara, no parecía precisamente aburrirse viendo un montón de fotos de Miranda en bikini.


Creo que voy a tener que quedarme con esta” dijo con una sonrisa, señalando una foto de ella en una de esas duchas de la playa.


Ella sonrió mientras echaba agua hirviendo en dos tazas. Robert había sorprendido a Miranda al pedirla una taza de té cuando entraron en el apartamento. Se sentó en la mesa de la cocina como si fuera la cosa más normal del mundo.


Miranda acunó su taza de té de hierbas entre sus manos, sintiendo como su calidez se extendía por sus manos. Estaba apoyada contra el fregadero mientras le contemplaba viendo sus fotos. Se rió con alguna de las fotos y alzó la ceja con una sonrisa apreciativa cuando llegaba a las fotos de Miranda en bikini.


¿Miranda?” preguntó de repente, alzando la vista. “¿Cuantos años tienes?”


Uhm... cumplo 24 en un par de meses” dijo sonriente, algo sorprendida por la pregunta.


Yo hago 23 pronto” dijo frunciendo el ceño.


Sí...” dijo ella, bebiendo un sorbo de té para ocultar su sonrisa. Por supuesto que le había buscado en Google.


¿Lo sabías?”


Bueno, el hecho de que hayas estado tan expuesto en el último año puede que explique mi falta de curiosidad cuando se trata de tí” dijo sonriendo. Robert miró la taza de Miranda con la frente levemente fruncida.


Así que.. pensabas...? Quiero decir, antes de conocernos-”


¿Si pensaba que estabas bueno?” interrumpió ella, soltando una carcajada. “Sí, más o menos” admitió. “¿Es eso un crimen? Después de todo, yo no fui la que te reconoció por el culo”. A ella le encantaba recordarle eso, aunque esto hubiese ocurrido tan solo el día anterior.


¿Por qué no nos sentamos en el sofá?” sugirió Miranda. Robert rió mientras se levantaba de la silla.


Me parece una buena idea”.


Tengo que ir al lavabo” sonrió ella. “Vengo enseguida”.


Robert sonrió y besó suavemente su mejilla cuando pasó a su lado. Miranda sonrió, sintiendo como las mariposas se agitaban en su estómago mientras se dirigía al baño. Se estudió en el espejo mientras se lavaba las manos. Sus ojos se posaron en el albornoz de seda negro que colgaba tras la puerta. Una vez que la idea cruzó su mente, no podía deshacerse de ella.


¡Hazlo!, la animó su voz interior. Sonrió levemente a su reflejo en el espejo, imaginando los ojos de Robert si regresara al sofá donde él estaba llevando únicamente un diminuto albornoz. La fantasía por sí sola era más que suficiente. Después de todo, ni de coña había subido solo por una taza de té.


Se quitó el top y la falda, dejándose puestas las bragas negras y el sujetador a juego. Se puso el albornoz, atándolo con el cinturón negro. No podía creer que de verdad estuviese haciendo esto. Nunca había hecho nada así antes.


Abrió la puerta, dándose cuenta de que la TV estaba puesta. Probablemente con el programa de Ballads Countdown de Classic Rock, en el canal VH1, por la canción de Whitesnake “Is this Love”. Su corazón latió con fuerza contra su pecho según avanzaba hacia el salón.


Robert estaba sentado en una esquina del sofá, viendo la tele con ojos distantes. Una de sus piernas estaba cruzada para poder apoyar la taza en su rodilla, y la otra la tenía cómodamente estirada frente a él. Se había desabrochado otro botón de la camisa. Miranda tragó saliva, excitándose aún más con sólo verle ahí sentado, tatareando suavemente al ritmo de la música. Miranda se detuvo en la puerta para admirar la vista, haciendo una foto mental y enmarcándola. Sonrió cuando al mirar la tele se dio cuenta de que estaba en lo cierto. Era el programa de Ballads Countdown, y habían llegado ya al número cinco. La música de fondo era un poco pastelona, pero podía haber sido peor.


Fue entonces cuando él giró la cabeza y la vio.


Is this love that I'm feeling? Is this the love that I've been searching for? ¡Qué irónico!


Miranda juraría que los ojos de Robert se oscurecieron y que su boca se abrió levemente. Dejó de tatarear la canción de inmediato y su pecho se movía debido a su fuerte respiración.


Joder, Miranda” susurró, animándola con sus ojos llenos de lujuria.


Por favor, dime que no has subido solo por la taza de té...” imploró ella con voz grave. ¡O me moriré de vergüenza!



No... no puedo decir eso” susurró mientras dejaba la taza sobre la mesa y la sonreía según ella se posicionaba frente a él. “Pero de alguna manera...” susurró, estirando una mano y colocándola en la parte trasera de su muslo, acariciando lentamente la suave piel. “De alguna manera...siempre superas mis expectativas”.


Su mano se deslizó de arriba a abajo, acariciando su pierna, viajando hacia arriba y deteniéndose justo antes de llegar a su culo. Su otra mano imitó los movimientos y Miranda notó como sus venas ardían según él la miraba a los ojos.


Agarrando la parte de atrás de su muslo, Robert comenzó a atraerla hacia él lentamente, hasta que la rodilla de Miranda estaba junto a su cadera en el sofá. Con movimientos indecisos, Miranda se sentó a horcajadas sobre él, notándole contra ella, duro y cálido, a pesar de que sus vaqueros y su bragas les separaban.


Él gruñó suavemente cuando ella se apretó contra él. Una de las manos de Robert se posó en su cuello y atrajo sus labios contra los suyos, mientras que su otra mano luchaba por desabrochar el cinturón que mantenía cerrado el albornoz. Con suavidad, mordió el labio inferior de Miranda antes de provocarla para que abriese la boca.


El gemido que soltó Miranda cuando notó como la lengua de Robert intentaba invadir su boca, fue casi vergonzoso. Se apretó aún más contra él y le agarró del pelo mientras que sus labios se movían desesperadamente. Ella siguió restregándose contra él una y otra vez, intentando saciar el deseo que emanaba de entre sus piernas, provocando los jadeos de Robert.


Mmmm, joder” murmuró él mientras la agarraba del pelo y tiraba hacia atrás, exponiendo su cuello. Miranda gruñó cuando sintió sus labios, sus dientes y su lengua moviéndose en tandem por su sensible piel. Robert soltó el pelo de Miranda y extendió sus dedos por la nuca de Miranda, presionando su cara y su cuello contra sus labios.


Las nerviosas manos de Miranda desabrocharon con lentitud la camisa de Robert, descubriendo así su hombro justo antes de que él la rodeara por completo con sus brazos. Él sonrió y la miró a los ojos mientras apartaba su boca de la de ella.


Joder, eres preciosa” murmuró, inclinándose para besar su cuello. Ella no pudo reprimir un leve gemido al sentir como su lengua recorría su clavícula. Robert se detuvo de nuevo y la miró; sus ojos estaban llenos de pasión.


¿Qué pasa?” sonrió ella, ocultando la pequeña punzada de preocupación que la invadió cuando él se quedó callado, observándola sin más. Sin embargo, observarle a él tampoco estaba demasiado mal. Robert estaba sentado debajo de ella, con su camisa totalmente desabrochada y con medio hombro al descubierto. Su pelo estaba completamente alborotado, un regalo de las insistentes manos de Miranda; sus labios estaban ligeramente hinchados por sus fervientes besos. Ella se habría conformado con esto en cualquier otro momento, pero ahora, podía sentir su propio pulso entre las piernas, más fuerte incluso que el latido de su corazón, y eso era mucho decir.


Necesitaba... calmarme un poco” murmuró él, besándola mientras respiraba entrecortadamente. “Tu cuerpo, vestida con eso...hueles tan bien, y sentada así...joder, quiero decir...puede que no me creas, pero podrías hacer que me corriera en minutos, sólo con mover tus caderas”.


Robert gruñó cuando ella lo intentó, restregándose lentamente contra él, en un movimiento ascendente. Los ojos de Miranda se abrieron por completo cuando sintió la estimulación que le proporcionaba a ella también, y él sonrió al ver su reacción.


Sí...justo así” gimió él. “Yo...no quiero eso” dijo, besando sus labios. “Quiero decir...¡sí que quiero! Probablemente más que cualquier otra cosa...pero se me ocurren al menos 50 cosas más divertidas” sonrió, dándola la vuelta de forma que ella quedó tumbada en el sofá.


Me gustaba restregarme contigo” dijo ella sonriendo un poco, y él soltó una carcajada.


Lo sé cariño...te habría dejado continuar si no tuviera que preocuparme de mí mismo”, dijo, inclinándose sobre ella y colocando una de sus piernas entre las de Miranda. La besó con dulzura mientras continuaba peleándose con el cinturón del albornoz, hasta que finalmente consiguió abrirlo. Apartó la tela de su cuerpo y lentamente se retiró un poco, observándola con una ceja arqueada. Una sonrisa traviesa empezó a dibujarse en sus labios.


JO-DER...” jadeó. “Eres la mujer más sexy que he conocido nunca”. Sus palabras hicieron que su corazón saltara de orgullo y que alguno de sus nervios anteriores se esfumaran.


Desnúdate para mí...¿por favor? Quiero verte” susurró Miranda, contemplando cada línea de su cuerpo mientras él se levantaba, iluminado por la luz roja que emanaba de la TV. Una leve y sensual sonrisa empezó a aparecer en sus labios según se retiraba despacio la camisa de sus hombros, dejándola caer al suelo. Era impresionante – delgado y maravillosamente cincelado, con un fino bello en el pecho.


El hecho de que él no pudiera comprender nuca lo impresionante que era, la confundía inmensamente. Si ella fuera así, caminaría desnuda por el pasillo de congelados de Tesco. Se preparó para lo que la esperaba contra el borde del sofá, agarrándolo según las manos de Robert se acercaban a los botones de sus vaqueros.


Cuando se los quitó, revelando sus caderas, sus piernas delgadas y el bulto en su ropa interior, Miranda no pudo contenerse más tiempo. Su mano viajó por su cuerpo, desde su pecho y bajando por su estómago, hasta alcanzar por fin su destino final. Lentamente se acarició su punto más sensible por encima del encaje negro. Con la primera caricia, sintió puro placer recorriendo su cuerpo, y no pudo evitar gemir. Necesitaba que la tocasen ahí desesperadamente.


Miranda abrió los ojos para ver la expresión de Robert, pero no estaba preparada para lo que vio. Estaba completamente apoyado contra la pared, con sus ojos fijos en la mano de Miranda, siguiendo cada movimiento. Se mordió el labio inferior con tal fuerza, que las comisuras empezaron a volverse blancas por la falta de riego sanguíneo. Los músculos que rodeaban su cuello y hombros estaban totalmente tensos y ella incluso podía oír su respiración. Su mano estaba fuertemente pegada a su costado, como si estuviera intentando evitar imitar las acciones de Miranda.


Rob...” gimió Miranda mientras aplicaba un poco más de presión en su clítoris. “O empiezas a tocarte para que pueda verte yo también o... vienes aquí y tomas el control”


Los labios de Robert se movieron, como intentando sonreír, pero no podía. En tres zancadas se colocó a su lado, quitándola las bragas y cubriendo su tripa y sus muslos de besos.


Maldita seas” susurró él. “Ni de coña voy a poder ir despacio contigo ahora” gimió mientras separaba las piernas de Miranda.


Yo tampoco podría ahora tampoco” gimió ella, y él rió. “Necesito que me folles, Robert”


Bien, porque tan pronto como mi polla deje de moverse tal y como está haciendo ahora mismo...y sé que has hecho eso aposta...” dijo alzando una ceja cuando ella intentó no reírse “Voy a follarte de tal manera que gritarás incluso más que anoche...”. Introdujo dos dedos en ella, y Miranda arqueó la espalda cuando sintió como entraban y salían de ella con rapidez, rozando siempre ese punto de su interior que hacía que perdiese el control un poco más cada vez. Notó como su estómago se convertía en algodón de nuevo, y puso los ojos en blanco. Iba a correrse enseguida esta vez.


¡Joder!” gritó Miranda cuando sintió la lengua de Robert en su clítoris. Era todo lo que necesitaba para ver las estrellas una vez más. Sus dedos agarraron el borde del sofá tan fuertemente que sus nudillos se quedaron blancos mientras convulsionaba alrededor de los dedos de Robert. Él gruñó y movió sus labios hasta su estómago, besándolo suavemente mientras ella se calmaba.


Miranda volvió a abrir los ojos y lo único que vio fue a Robert sonriéndola.


Miranda...pareces un colibrí a mi alrededor cuando te corres” susurró él. “Es increíble”.


Ella notó cómo se ruborizaba. Sabía que sus convulsiones eras salvajes; nunca habían sido de esta manera antes. “Es todo culpa tuya” admitió ella con voz grave, esperando su reacción.


PV ROBERT


Su corazón estuvo a punto de explotar. Verla, sentirla, olerla...


Poco a poco toso esto empezaba a ser demasiado para él. Estaba luchando por intentar no asustarse y al mismo tiempo, luchaba contra la necesidad de follarla hasta que perdiera el sentido. Apenas podía pensar con claridad ya. Todos sus sentidos estaban completamente centrados en ella. Sus ojos necesitaban verla, su nariz necesitaba olerla, sus oídos necesitaban escuchar cada gemido que estaba emitiendo, y sus dedos seguían enterrados dentro de ella, sintiendo aún el temblor de sus músculos, calmándose entorno a él.


Miranda...pareces un colibrí a mi alrededor cuando te corres” susurró él. “Es increíble”.


Las mejillas de ella se sonrojaron. “Es todo culpa tuya”.


Robert contuvo el aliento y su corazón latió tan deprisa y fuerte que juró que ella podría oírlo. Dios, no, pensó. No me hagas esto...


Se puso de pié, levantándola a ella también y envolviéndola en sus brazos, disfrutando de la dulce esencia de su suave pelo, notando como sus mejillas se apretaban contra su pecho desnudo. La guió hasta la cama, sin necesidad de preguntar, ya que parecía casi instintivo el que él supiera exactamente donde ir.


Tú, cielo, aún llevas demasiada ropa puesta” susurró él, arqueando la ceja y echando un vistazo a su sujetador negro.


Parece que estás decayendo. ¿Cómo se te ha podido olvidar algo así?” le desafió ella con una sonrisita. Todo lo que él pudo hacer fue sonreír lentamente mientras sus manos viajaban a su espalda, atrayéndola hacia él antes de desabrochar el sujetador.


Aún rodeándola con sus brazos, comenzó a deslizar los finos tirantes del sujetador por sus hombros. Lo único que ahora mantenía el sujetador en su lugar, era el torso de Robert apretado contra el de ella. Robert dio un paso atrás, y la prenda cayó de su cuerpo.


Robert respiró hondo según los pechos de Miranda le fueron revelados. Se apartó un poco más y notó como comenzaba a sonreír involuntariamente. Él sabía que ella era preciosa... absolutamente impresionante... y se arrepintió de no haberse fijado más en los exquisitos detalles de su figura desnuda la noche anterior. Menos mal que esta vez no tenía tanta prisa.


¿Te gusta?” le provocó Miranda. Él acarició su mejilla con su mano y paseó sus dedos por sus labios.


Gustar no es la palabra adecuada” respondió él, alzando su barbilla mientras acercaba sus labios a los de ella. Sus bocas se movieron despacio pero poderosas la una contra la otra, aunque con menos desesperación que antes. La boca de Robert viajó desde sus labios a su mandíbula, cubriéndola de suaves besos, llegando hasta ese delicado punto debajo de su oreja, antes de bajar por su cuello y hasta su clavícula.


Miranda le agarró del pelo, con suavidad esta vez, pero con la suficiente fuerza como para mostrarle lo mucho que le necesitaba. Él sonrió contra su piel y se colocó un poco más abajo, enterrando su nariz entre sus pechos. Lentamente, se desplazó hacia el pecho derecho, cubriéndolo de provocadores besos, evitando la parte que él más deseaba en ese momento. Quería saborear su piel- sabía realmente bien.




De mala gana, se apartó de ella y alzó la cabeza para mirarla. Los ojos de Miranda estaban llenos de deseo. Esto despertó en él el deseo de adorarla lentamente... mostrarla lo que provocaba en él y lo que le hacía sentir. Ese pensamiento ya no le asustaba, y sus manos se amoldaron a su cintura, subiendo lentamente por su cuerpo hasta cubrir sus exquisitos pechos.

Llenaban sus manos, lo que significaba que eran perfectos. Comenzó a masagearlos despacio, provocando un gemido en los labios de Miranda.


Incapaz de resistirlo por más tiempo, movió con rapidez su lengua por su pezón, sonriendo casi con maldad cuando éste respondió de inmediato a su roce. Lo tomó entre sus labios, estimulándolo con su lengua antes de abrir su boca un poco más para devorarlo por completo.


Por. El. Amor. De. Dios, JODER... Era magnífica, jodidamente increíble.


¿Cómo podía saber tan jodidamente bien? Se perdió por un instante, apenas dándose cuenta de los gritos ahogados de Miranda o de la manera en que sus dedos se extendían por su nuca, apretándole contra ella. El leve dolor que sentía cuando ella tiraba del pelo, le trajo de vuelta a la realidad y se apartó de su piel, empujándola suavemente sobre la cama, colocándose sobre ella. Las piernas de Miranda se separaron para él al instante. Los labios de Robert regresaron a los de ella, murmurando cumplidos contra sus labios.


Eres increíble cariño”


Miranda le respondió capturando sus labios con los suyos, forzándolos a separarse con su lengua. Se besaron apasionada y profundamente, gemidos de pasión emanaban desde lo más profundo de ambos, y Robert sintió la necesidad de sentir su calor. Miranda pudo sentirlo también, notando como la prueba de ello se apretaba contra su estómago. Con un movimiento rápido, la mano de Mirando viajó hacia el sur, agarrando la longitud de Robert entre sus pequeñas manos y acariciándole con adoración, mientras se giraba de manera que quedaron ambos cara a cara, tumbados de lado. Lo único que Robert podía hacer era gruñir; sus carias eran más de lo que podía soportar. Instintivamente, embistió contra su mano, necesitando desesperadamente recrear la fricción dentro de ella.


El placer estalló en sus venas, haciéndole gruñir profundamente cada vez que ella alcanzaba la parte más alta de su miembro. La mano de Miranda se movía despacio pero con firmeza a su alrededor. No se movía lo suficientemente rápido como para hacer que se corriera, pero pudo sentir como el calor comenzaba en su estómago, extendiéndose por sus ingles, volviéndole loco lentamente.


Robert volvió a perderse de nuevo tan sólo un momento, y se sorprendió cuando de repente se dio cuenta de que estaba tumbado boca arriba.


Cuando alzó la cabeza, se encontró mirando a los profundos ojos de Miranda. Ella le sonreía provocativa, con sus cejas arqueadas.


Sí, ella hizo que volviera a perderse de nuevo, tan solo con acariciarle, como si fuera un adolescente acariciado por primera vez por alguien que no fuera él mismo. El modo en que le hacía sentirse era ridículo, pero completamente fascinante a la vez.


Robert apretó los labios, intentando devolverle la sonrisa, aunque no estaba seguro de haberlo conseguido, ya que ella continuaba acariciándole a ese ritmo ritmo tan lento y castigador.


Con la mano de Miranda aún agarrándole, sintió sus labios en su oído, desplazándose por su mandíbula y bajando por su garganta.


Mmmm...” gimió él. Sentir como sus suaves labios y su lengua lamían su excitada piel, seguido del suave roce de su pelo, era absolutamente exquisito. Descansó su cabeza en la cama, disfrutando de las sensaciones que le proporcionaban sus labios moviéndose por la parte superior de su cuerpo mientras su mano le acariciaba.


¿Su mano se estaba moviendo aún más despacio? ¿O tenía él esa sensación porque la tenía tan jodidamente dura que estaba deseando que acelerara el ritmo para poder liberarse?


Dejó de pensar cuando los labios de Miranda alcanzaron su torso y sus muslos. Bufó en alto cuando ella paseó sus uñas por el interior de sus muslos, haciendo que sus testículos se tensaran contra la base de su miembro. Los dedos de Miranda subieron, llegando por fin a sus testículos, apretándolos con suavidad.


Se escuchó respirar hondo así mismo según sus propias manos se posaban en sus ojos, clavándose suavemente en sus ojos cerrados, anticipándose al siguiente movimiento de Miranda. Había adivinado lo que iba a hacer y él no iba a poner ninguna pega. Le encantaba que se la chupasen.


Los labios de Miranda besaron su miembro de abajo a arriba, deteniéndose justo antes de llegar a la punta, y seguidamente, hizo lo mismo con su lengua.


Joder...Miranda, por favor, deja de torturarme”. Estaba medio riendo y medio suplicando. Sentía que se estaba volviendo loco por lo que le estaba haciendo, y tenía miedo de que le diera por agarrar su cabeza entre sus manos para embestir esa boca tan húmeda...


Por Dios...Ni si quiera pienses en eso. Probablemente se la pondría aún más dura, si es que eso era posible...


Robert escuchó un ruido ahogado y alzó la cabeza para mirar. Ella se estaba riendo suavemente de él. ¡Riéndose!


Aw...” gruñó él, casi sonriendo. “Sabes exactamente lo que estás haciendo ¿a que sí?”


Mmm... Puede” susurró ella, bajando de nuevo la cabeza.


Los ojos de Robert se abrieron y respiró de golpe cuando sintió de repente como ella le metía en su boca por completo. Sus caderas se movieron reflexivamente según una de sus manos encontraban el pelo de Miranda y la otra agarraba las sábanas que estaban bajo su cuerpo.


Intentó hablar en vano. Quería decirla lo mucho que le gustaba estar en su boca, pero era incapaz de articular una sola palabra mientras sus labios rodeaban y apretaban la base de su sexo.


Robert arqueó la cabeza hacia atrás, mirando al techo sin ver absolutamente nada. Todo lo que sentía eran la boca y la garganta de Miranda según movía su cabeza de arriba a abajo por su miembro.


No voy a conseguirlo... voy a... correrme...


El calor abrasante que sentía en la parte inferior de su cuerpo se empezó a centrar en sus ingles y supo que era solo cuestión de segundos el que se transformara en algo que no sería capaz de contener por más tiempo. Y una vez llegados a ese punto, no podría controlarse. Esta vez no. No cuando ella estaba al mando de esta manera.


Rápidamente la agarró del pelo y la apartó de él. Ella le liberó en el último segundo, dejándole jadeando, aún mirando al techo y con el pelo de ella en un puño y las sábanas en el otro. El placer y la tensión concentrados en su entrepierna, empezaron a expandirse por su cuerpo de nuevo según empezaba a calmarse.


Alzó la cabeza para sonreírla, soltando su pelo y acariciando su mejilla.


Date la vuelta” susurró él, mientras continuaba sonriéndola con adoración. Ella sonrió y movió la parte inferior de su cuerpo, de modo que quedaba frente a él. Él sonrió y dejó que sus brazos agarraran a Miranda por las caderas y recorrió suavemente su columna vertebral con su mano izquierda, bajando por su culo justo antes de que su mano derecha la atrajera hasta él y hasta su ansiosa boca.


Miranda dejó escapar un gemido cuando la lengua de Robert la encontró, deslizándose entre sus húmedas paredes y localizando su clítoris de inmediato. Ella rodeó el sexo de Robert con sus labios de nuevo y otra oleada de improperios asaltó su cabeza una vez más. Su glorioso sabor, mezclado con el aún más delicioso sabor de su sexo, provocó el caos en sus sentidos. Él gimió contra ella y Miranda gimió en respuesta, sus caderas manteniendo su sexo justo sobre sus labios, justo donde más le necesitaba. Las vibraciones de los gemidos de Miranda mientras él estaba dentro de su boca le hicieron alcanzar niveles mucho más altos de euforia.


¡Joder!” exclamó él mientras la cálida boca y la lengua de Miranda se movían con rapidez alrededor de la cabeza de su miembro. Intentó mantener sus caderas quietas, el placer era demasiado; no quería dañar su espina dorsal o cualquier otra mierda si follaba su boca con su sexo tan ridícula y extremadamente duro. Ese pensamiento le hizo recuperar un poco el control. No, no, no...pensó. Esta noche es para ella...


Un movimiento más tarde, Robert estaba de nuevo encima de Miranda, con sus piernas lo más abiertas posible. Los brazos de Robert estaban extendidos en la cama, su espalda arqueada alejándose de ella, intentando calmarse. Los ojos de Miranda eran confusos.


No... esto es para y por tí. Déjate llevar y déjame llevar el control”. Miranda asintió con la cabeza y tembló mientras Robert descendía entre sus piernas. Besó castamente la suave piel del interior de sus muslos mientras contemplaba su objetivo. Ella se había depilado para él, él se había dado cuenta, y su corazón saltó en respuesta. ¿Cómo coño había tenido tanta suerte? Sacudió la cabeza para deshacerse de sus pensamientos.


No era el momento para auto-evaluarse.


Volvió a centrar sus ojos en Miranda y se lamió los labios, ansioso por saborearla una vez más. Su lengua se movió despacio al principio por sus húmedas paredes, pero su sabor asaltó sus sentidos una vez más y se dio cuanta de que necesitaba más.


Colocando la pierna derecha de Miranda sobre su hombro, hundió su cabeza en su sexo. No estaba seguro de poder acercarse lo suficiente a ella. Las caderas de Miranda se movieron contra su cara y él gimió encantado.


Iba a ahogarle en su coño, pensó, pero no le importaba una mierda. Menuda puta manera de morir.


Deslizando su brazo izquierdo bajo el muslo de Miranda y rodeándolo, fijó el culo de Miranda a la cama y continuó con su tarea. Su lengua rodeó su excitado clítoris mientras los largos dedos de su mano derecha se hundían en su interior. Robert casi sonrió cuando la escuchó respirar entrecortadamente.


Curvando sus dedos en ese gesto de “ven aquí” que hacía perder el control a todas las mujeres, Robert le hacía señas con sus dedos y llamaba a su clítoris con su lengua. Miranda le respondió como esperaba, intentando agarrase a algo mientras las oleadas de placer se abrían paso por sus venas. Lo primero que encontró fue la cabeza de Robert, y éste pensó por un breve instante que se acabaría ahogando a pesar de sus anteriores esfuerzos, pero afortunadamente, Miranda optó por el cabecero de la cama, agarrándolo tan fuerte que sus nudillos se volvieron blancos. Pero a Robert en ese momento, eso no le importaba.


Todo lo que necesitaba era que se corriese... que se corriese en su boca, y que se corriese intensamente.


Casi como si ella le hubiera leído la mente, lo hizo. Sus muslos comenzaron a temblar violentamente alrededor de sus hombros y sus gritos de placer retumbaron en la habitación mientras que su lengua y sus largos dedos la tocaban sin piedad como si de un piano se tratase. Él la animó lamiéndola con su lengua, ayudándola a sobrellevar su orgasmo.


Se dio cuenta de que la fuerza de los movimientos de Miranda le habían hecho restregarse sin poder evitarlo contra su edredón, y su sexo casi le dolía, suplicando alguna clase de final para esta locura. Sería tan fácil dejar que esta deliciosa tortura continuase, pero ¿por qué clase de imbécil le tomaría ella si se convirtiera en un eyaculador precoz, haciendo el amor a la colcha de su cama? No, eso no funcionaría. Retiró sus dedos del interior de Miranda y se incorporó, contemplando como el orgasmo de Miranda llegaba a su fin.


Finalmente, Miranda abrió los ojos y le miró. Sus ojos descendieron por su cuerpo hasta su miembro, el cual se mantenía erecto contra su estómago.


Ven aquí” le indicó ella, estirando los brazos y alcanzándole. Él le regaló una de esas medias sonrisas y regresó a su lugar; encima de ella y con su cálido cuerpo contra el de él.


¿Dónde has aprendido a hacer eso? Debo mandar un regalo a quien quiera que sea la que ta ha enseñado eso” dijo moviendo sus cejas, rodeando su cuello con sus brazos. Él la besó en el hombro suavemente y retiró mechones de pelo de sus ojos, fijando su mirada en ellos.


No lo he aprendido...es solo que tú... tú sacas lo mejor de mí” dijo sonriendo y pestañeando. Le sorprendió que esta admisión le hubiese salido tan fácilmente...sin sentir pánico al hacerlo. Podía llegar a acostumbrarse a eso. Miranda le respondió besándole nuevamente y agarrándole de los hombros con más fuerza. “Robert... te deseo” murmuró ella.


Robert sintió como ella alzaba sus caderas y decidió que no quería esperar más. Inclinó su cabeza hacia abajo y la besó delicadamente, cerrando los ojos según se deslizaba en su interior. Los labios de Miranda se movieron contra los suyos y él escuchó como ella gruñía contra él. Robert respiró entrecortadamente mientras la atraía aún más cerca de él, colocándose un poco más arriba para poder apoyar su barbilla en la frente de Miranda. Si Miranda viera su cara en este momento, pensaría que estaba doliéndole. Despacio, comenzó a moverse dentro de ella. Sus paredes empujaban y tiraban con cada embestida, conociendo sin esforzarse lo que tenían que hacer para darle lo que necesitaba. Los dedos de Miranda encontraron el cuello de Robert, presionándole contra su cara, besando su cuello suavemente entre jadeos, mientras él entraba en ella una y otra vez.


Te quiero...pensó él, apretando los dientes, temeroso de decirlo en voz alta. Que Dios le ayude, pero en ese momento, ¿cómo podía no quererla? Ella era su sueño hecho realidad. Una diosa creada únicamente para él.


Miranda...oh Dios... yo... yo...” Las palabras estaban en la punta de su lengua, suplicando ser pronunciadas, pero el poco miedo que aún le quedaba, enterró estas palabras en su subconsciente. La miró a los ojos y ella hizo lo mismo, intentado hacerla ver lo que intentaba decir. ¿Cómo podía quererla en tan solo dos días? Pero una vez más ¿quien era él para dudar de lo que obviamente estaba sintiendo en ese momento? Esto era una locura. Apoyó su frente en la de Miranda y besó sus labios cuando la cara de Miranda se alzó para él.


Se obligó a dejar los pensamientos sobre el amor a un lado. No quería pensar. Esto era demasiado bueno. Agarró a Miranda por los hombros y la embistió con fuerzas renovadas, sintiendo como como su sexo se movía dentro de ella mientras los ojos de Miranda se abrían ligeramente.


Oh Robert... me encanta” susurró.


¿Quieres más caña?” susurró él con una pequeña sonrisa, su frente sudorosa contra la de ella, empujando con fuerza en su interior una vez más mientras que los gritos de Miranda resonaban en la habitación.


Por favor... esto es jodidamente increíble” murmuró ella, arqueando la cabeza.


Como quieras” contestó el con voz grave, saliendo de ella y agarrándola de las caderas.


Quiero que estés boca abajo” susurró, obligándola a darse la vuelta usando la fuerza de sus manos. No necesitaba usar la fuerza con ella; ella haría cualquier cosas que él quisiera. Robert cogió una almohada de un tamaño considerable, colocándola entre las caderas de Miranda y el colchón, de tal forma que estuviera incluso más abierta para él. A él le encantaba hacerlo así. Miranda no llegaba a estar a cuatro patas. Estaba tumbada en la cama con sus caderas alzadas para él; de esta manera él podía sentir todo su cuerpo contra el suyo si lo deseaba. Él no pudo resistir el colocar sus manos sobre sus suaves muslos, acariciándolos hacia arriba pasando por su culo y deteniéndose finalmente en su cintura, atrayéndola hacia él de nuevo.


Hundió su nariz en su mata de pelo, besando cada centímetro de la parte de atrás de su cuello, mientras que su mano encontró su camino por debajo de ella para acariciar su punto más sensible. Señor, como le gustaban sus gemidos y ese gimoteo tan jodidamente fantástico que hacía cuando la tocaba. Podría pasar sin comida y sin agua el resto de su vida sólo por oír ese sonido. Bueno... no el resto de su vida entera, pensó, según notaba como las piernas de Miranda se separaban bajo su cuerpo, sabiendo que sólo necesitaría empujar ligeramente sus caderas antes de introducirse firmemente en su interior. Ésto hizo que su cabeza comenzara a dar vueltas una vez más, más rápido de lo que había hecho antes.


¡Oh!” gruñó ella mientras él empujaba y entraba en ella con una profunda embestida. Robert se alegraba de que Miranda no pudiera ver el modo en que su mandíbula se tensaba según intentaba mantener algo de control. Cada célula de su cuerpo le pedía que se moviera más deprisa y con más fuerza dentro de ella, para poder liberarle de la dulce agonía que ella le estaba haciendo sentir.


¡Tenía que controlarse! ¡Esto no era una tortura! ¡Era placer! Tenía que recordárselo así mismo una y otra vez, intentando calmarse. Era placer, como nunca antes lo había sentido. Sintió como si se estuviera muriendo, como si la necesidad que estaba sintiendo su cuerpo le fuera a partir por la mitad si no se rendía.


Miranda cerró las piernas, ajustándose así más en torno a él. Robert sabía que lo estaba haciendo para darse más placer, pero eso no le ayudaba a él a calmarse exactamente. El poco control que le quedaba casi se esfumó al sentir la deliciosa sensación de su calidez y de su suave piel bajo su cuerpo. La oleada de placer estaba empezando a aparecer y notó como empezaba a expandirse por su cuerpo, atravesándole como si fueran flechas.


Oh joder” gruñó él. “Joder, por el amor de Dios”. Su consciencia se desvanecía con rapidez, apartándole cada vez más lejos del presente con cada embestida. No, pensó con fiereza. ¡Aún no!


Canalízalo... canalízalo en otra cosa, pensó. Canalízalo en cualquier otra cosa para que esto no acabe! No tenía elección y no le importaba lo que ella pudiera pensar. Enterrando su cara en la suave almohada junto al hombreo de Miranda, gritó. Gritó una y otra vez mientras sentía impulsos eléctricos recorriendo su cuerpo.


Lentamente, recuperó algo de control sobre su cuerpo mientras se tensaba, reprimiéndose, porque sabía lo que quería. Lo quería para los dos.


Dejó de centrarse en él para centrase en los sonidos de Miranda. ¡Estaba hablando con él!


Por favor...más deprisa, por favor!” gritaba, suplicándole. Su cara estaba apretada contra la misma almohada en la que él acababa de gritar hacía un minuto. Robert apretó los dientes, preparándose para la intensidad de lo que iba a sentir mientras aceleraba el ritmo. Un dulce éxtasis le recorrió cuando la escuchó gritar cada vez más alto, gritando su nombre.


Oh, joder Robert...¡Mierda! Increíble” gimió Miranda, estirando su mano hacia atrás y agarrándole de la cadera en un intento por hacer que la embistiera con más fuerza.


Nunca antes en su vida le había gustado tanto su nombre como ahora. Nunca volvería a odiarlo. Se inclinó, girando la cabeza de Miranda para besarla violentamente. Y entonces notó como sus paredes se cerraban en torno a él. Ella iba a correrse en cuestión de segundos.


¡Oh...mierda! Oh...Dios. ¡No pares! Oh, voy a...joder!” su voz salía en pequeños gritos, pausando para gemir cada vez que él la embestía. Robert vio como apretaba la cara contra la almohada para ahogar sus gritos de placer.


Oh, no lo hagas” susurró él, agarrándola del pelo y levantando su cabeza de la almohada. Necesitaba oírla. Su mente liberó lentamente a su cuerpo de la restricción a la que le tenía sometido, y su cuerpo reaccionó de inmediato. Notó como una enorme oleada de placer, algo que no había sentido nunca antes, se formaba en su interior.


¡Joder!” gritó Miranda, moviendo sus caderas contra él, haciendo que la fricción de sus embestidas fuera en aumento. Miranda llegó al límite y él lo sabía, porque ella ya no estaba relajada. Estaba tensa, cálida y húmeda, y cerrándose jodidamente a su alrededor.


Robert perdió el control y se dejó llevar, permitiéndose por fin entrar en ella con toda la fuerza y la rapidez que su cuerpo le había pedido durante todo este tiempo. No habría podido contenerse por más tiempo aunque hubiese querido.


Puntitos blancos bailaron ante los ojos de Robert mientras jadeaba, necesitando el aire. Estaba esperando a que la ola de placer rompiese y le ahogara como un tsunami, pero ésta continuaba creciendo hasta que le llevó a tales niveles, que pensó que no sería capaz de soportarlo. No podía pensar, el placer le estaba consumiendo y se iba a morir, lo sabía. Y entonces estalló, rompiéndo sobre él, como si le golpearan en la cabeza, dejándole inconsciente al sentir como Miranda se estremecía como una loca, violenta y brillantemente a su alrededor.


Jod... joder” fue todo lo que Robert logró decir según se hundía dentro de ella todo lo que pudo, sintiendo el clímax de Miranda alrededor de su sexo.


Era una locura. Todo su cuerpo se tensó, y en medio de todo aquello, en algún lejano lugar, escuchó los gritos de ella, sintió como se corría a su alrededor como un puto vibrador, mientras su cuerpo se movía bajo el de Robert.


Él colapsó, aún tembloroso, sobre ella, y notó el sudor en la espalda de Miranda cuando tocó su estómago. Puede que el sudor fuera suyo...joder, a quien le importaba. Respiró, sabiendo que era un poco tonto por sentirse un poco sorprendido por haber sobrevivido. Cuando se hubo calmado un poco, notó el cálido cuerpo de Miranda bajo el suyo. También respiraba con fuerza, sin decir una palabra.


La nariz de Robert encontró su pelo de nuevo y respiró esa esencia que le hacia la boca agua.


Ella giró la cabeza ligeramente y él contempló la sonrisa de satisfacción que se dibujó en sus labios. El orgullo amenazó con superarle y hacer que su corazón explotara. Se quitó de encima de Miranda y se colocó tumbado y apoyado en su codo, retirandole el pelo de la cara. Ella se puso de lado, frente a él.


Estuvieron en silencio. O bien se habían quedado sin palabras o mejor, y puede que sea lo más apropiado, estaban pensando en las palabras que no se les era permitido decir bajo ninguna circunstancia.


Robert sabía que por la mañana iba a estar en el infierno. El mero hecho de pensar en dejarla así le ponía enfermo. Debió fruncir el ceño o parecer preocupado.


¿Te vas a casa de Patrick esta noche?” preguntó ella.


¿Irse con Patrick?¿Debería dormir solo? Ni de coña iban a llevárselo de aquí antes de mañana por la mañana, cuando tuviera que irse. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios. Ya que voy a ir al infierno...


No” susurró. “Si quieres que me quede esta noche, me quedaré”. Sonrió aún más cuando vio el alivio en la cara de Miranda. Esta chica no podía ocultar sus emociones.


Robert rió y atrajo a Miranda hasta su pecho. Maldición, era muy dulce. Ella le abrazó, la cabeza de Robert descansando en el pecho de Miranda y ésta besó su cabeza cuando el sueño le invadió por fin.


Y esta vez, no había ningún sitio donde prefiriese estar.


9 comentarios:

  1. Virgen del amor hermosoooooooooooooo!!!
    Maria como te has pasado y me encanta que no hayas suavizado nada...
    Perfecto!!!!!

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  2. uff María, dios mio como me pongo yo a hacer algo ahora ? madre mia q "noche", esto si que es un polvo con patas jaja necesito una ducha fría pero ya.
    Graciassssssssssssss cariño, menuda sorpresa me encontre nada más levantarme pero hasta ahora no he podido leerte y sabes que lo voy a releer verdad ?
    Un besazo enormeeeeeeeeeeee ( quiero más jaja )

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  3. Mariaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!!
    Dios mio de mi vida y de mi corazoooon!!!!
    Que calentón !! por favor!
    Guaaaaaaau

    gracias guapa!
    un besito.

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  4. wooooow!!!
    La verdad lo lei el mismo dia qe lo subiste, pero no tuve tiempo de comentar... y ahora qe lo hago recuerdo el relato! dios mio me da calorrr

    hahahaha


    Quiero mas

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  5. Wapaaa !! que tal estas?

    Uff.. no sabia que tenias otro fic... y aqui esta la Suh para leerselo todo todito todo ! jujuju Que no me puedo quedar sin los ''Buff buff'' y los ''Ay.. omá'' que me provocaba el otro... que pena que terminó!

    Ahora empezaré a leer este ^^

    Mwahhh !!

    P.D.- A ver si nos pasamos el messenger y hablamos por ahi algun dia, no??

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  6. ayyyyyyyyyyy dios mio!!!yo si que he muerto...que caloooor!!y menos mas que al principio avisas...su longitud...quiero mas como este!!
    y en el fondo de cabroncete nada, es un casquico pan...aiiiiiiiiiiins

    muchas gracias waapa!!

    bsicooooos

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  7. UAAAAAAAAAAAAAAAAH!
    ¡Me he leído todos los capítulos seguidos!
    Me ha encantado, en serio. ¡ROOOOOOOOOB! Yo estoy en proceso de escribir también una historia con Robert, aunque no le llegará ni a la suela de los zapatos de tu historia xD
    ¡Espero el nuevo capítulo!
    Criis:)

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  8. Hola chica maravilloso y adictivo fic tuyo¡¡¡¡
    Me fascina como retratas a Rob, me parece mas el real, ya quisiera ser Miranda y supongo que muchas otras chicas tambien, solo nos queda fantasear y mas con este capitulo me dejas frustrada, me va a dar algo y mas con mi chico en otra ciudad.
    Abrazos desde Guanajuato, Méx.

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