viernes, 2 de octubre de 2009

CAPÍTULO 5

CAPÍTULO 5: LA SALIDA MÁS FÁCIL.


El pequeño juego que se traían era fascinante. Era más que fascinante- Era perfecto. Era perfecto porque ambos sabían que era un juego – bueno, realmente era una broma – y ambos lo estaban haciendo a pesar de que sabían que no era lo mejor.


Eso depende de lo que esperes ganar”, dijo ella.


Robert observó su reflejo en el espejo mientras el recuerdo de la voz de Miranda hacía eco en su cabeza. Recién afeitado y habiéndose puesto una camisa blanca, estudió su expresión, identificando por fin la emoción que estaba sintiendo.


Estaba cagado de miedo.


Su pelo estaba colocado en su sitio, como si tuviese una nube rodeando su cabeza. Sonriendo, se admitió así mismo que por fin parecía la estrella de cine que “supuestamente” era – ridículo y distinto a como era él realmente. Pero Patrick le había obligado prácticamente a ponerse una camisa y a afeitarse, ya que esperaban compañía para la cena.


Oh, joder. “Compañía”. Miranda.


Esta era la segunda vez que se ponía histérico en un cuarto de baño ese día. Aún no podía creer que se estuviera comportando así.


Había estado a punto de quebrar su última muralla anteriormente, cuando estaban en la calle frente a Ed's. Casi la ABRAZA. Probablemente no tendría importancia para cualquier otro tío, pero sí que era importante para él. Eso era demasiado amistoso... muy íntimo...muy...¡JODER! Sus brazos prácticamente le dolían por la necesidad de tocarla... una y otra vez. Y el modo en que ella le había mirado cuando había tirado su cigarrillo al suelo y le había abierto los brazos. Miranda no podía volver a mirarle así. Esa mirada tenía extraños efectos en su mente.


Afortunadamente, Patrick y Mariah se habían marchado de Ed's justo a tiempo, antes de que Robert hubiese complicado aún más las cosas abrazándola. Su alivio duró poco, ya que Patrick había pedido a Mariah y a Miranda que cenasen con ellos y ellas habían aceptado encantadas. Al principio, el hecho de volver a ver a Miranda le hizo feliz. Pero ahora, y porque se había alegrado tanto, estaba acojonado. Porque, sinceramente... ¿Qué era lo que esperaba ganar?


Se había hecho esa misma pregunta más de 100 veces esa tarde. Haberla visto de nuevo, según entraba en el restaurante, había resquebrajado algunas de sus murallas. Estaba preciosa con esa camisa azul y la cazadora de cuero. Verla hizo que su mente pensara en cosas que no debía.


Respiró con dificultad. Había sido un error ir con ellos a esa comida. Había creído que no habría nada en ella que le interesara. Pero tío, ¡se equivocó! Su sinceridad y lo directa que era le había abrumado una vez más. No estaba acostumbrado a chicas así; ella era como una bocanada de aire fresco. Él se sentía inferior a ella en ese aspecto. Se dio cuenta de que se estaba pillando por ella más rápido de lo que nunca se había pillado por nadie antes, y no había nada que él pudiera hacer para detenerlo. Y nada de esto era cosa de su imaginación.


Sabía que había algo de realidad en lo que estaba sintiendo. Miranda había sido totalmente clara en cuanto a sus sentimientos e intenciones. Robert no podía negar los suyos, aunque no se lo había dicho a ella exactamente. Definitivamente, no podía negar la ansiedad que estaba sintiendo.


Suspiró y se apoyó contra la pared del baño mientras se desabotonaba furiosamente las mangas de la camisa para remangárselas. No iba a parecer un niño pijo de colegio bien por el mero hecho de llevar una camisa. Mirando al techo, se desabrochó otro botón del cuello y se limpió sus manos sudorosas en los vaqueros azul oscuro.


Joder, coño... ¿Pero qué coño estoy haciendo?” susurró cerrando los ojos con fuerza, golpeándose suavemente la cabeza contra la pared por la frustración.


¿Rob?” le llamó Patrick, golpeando la puerta del baño. “¿Qué haces? ¿Estás bien?”


No” admitió. “Cenar con ellas ha sido una idea jodidamente estúpida”


¿Por qué?” preguntó Patrick confuso. “Pensaba que te gustaba su compañía. Abre la puerta, ¿quieres?”


Robert abrió la puerta y salió a toda prisa, cogiendo su cazadora de cuero y poniéndosela.

Por favor, dime que se te ha olvidado comprar algo. Necesito una excusa para salir de aquí unos minutos”.


Uh... supongo que, si no te importa, podrías comprar whisky. Tenemos vino más que de sobra para las chicas” sugirió Patrick, ladeando la cabeza y estudiando a Robert en silencio.


¿Alguna preferencia?” dijo Robert, comprobando que tenía dinero en la cartera. Sin problema.


Jameson, por supuesto” sonrió Patrick. “¿Por qué te estás comportando así?”


Robert le lanzó una mirada. Lo último que necesitaba ahora mismo era que Patrick se lo pasara bien con su ataque de pánico.


¡No tiene gracia! ¡Mira, me alegro de que hayas conocido a Mariah, en serio! Parece una persona estupenda y hacéis una buena pareja” Robert cerró la boca, dándose cuenta de que estaba hablando a voces. No podía creerse lo mal que se encontraba.


¿Pero...?” dijo Patrick, aún con una sonrisita en la cara.


¡Yo ya no soy como tú!” Robert recorrió el pelo con sus dedos. “¡No puedo quedarme aquí como tú!”


Miranda lo sabe” dijo Patrick sonriendo.


Y yo, Pat” dijo Robert. “¿Significa eso que actúo de manera más inteligente? Que le jodan a todo. ¡No! ¡Putas hormonas!” dijo, rechinando los dientes cuando oyó la risa de Patrick.


Oh, vamos Rob... ¡¿Estás así porque te la quieres volver a tirar?!”


¿Acostarme con ella? ¿En serio creía Patrick que eso era todo lo que quería hacer?


¿Crees que me estaría comportando así si solo quisiera tirármela?” Robert miró a Patrick dudoso, quien lo único que hizo fue encogerse de hombros.


Bueno, recuerdo cuando tú y Rebecca estabais a punto de acostaros y tú estabas todo..”


¡Tenía 16 años!” le interrumpió Robert.


¡Ni si quiera pasaste de sus bragas, idiota!” le picó Patrick, riéndose de la cara de vergüenza de Robert.


¡Joder! ¡Tenía 16 años! Espera..¿Cuantas personas lo saben?” dijo Robert con una mueca. Aunque habían pasado años, algunas cosas no eran objeto de risa.


Sólo la gente que conocemos”


¿Se lo contó Rebecca?”


Sí, probablemente. ¡O a lo mejor fuiste tú! Tú y esa bocaza tuya. A veces no sabes cuando cerrar la boca”. Patrick rió. “¿Importa realmente?”.


No demasiado.. hasta que llegue a la portada del Daily Mirror que-”


Que la tienes como un hamster o...”


Y una puta mierda Pat. Todo el mundo sabe que tengo que enrollarme la polla a la pierna antes de ponerme los vaqueros” soltó Rob con una sonrisa. “En serio, deja de ser tan capullo, ¿quieres?”


Vale, vale, ya me callo”. Patrick seguía con la risa floja como si fuera una niña. “Pero en serio, por qué estás comportándote como si fueras a perder tu virginidad una y otra vez?”


¡Porque el hecho de verla esta noche me hace más feliz de lo que debería, y porque quiero tirármela! Lo que significa que me he pillado por ella Pat” resopló Robert. “Y, sinceramente, esto es lo último que necesito ahora mismo”.


Patrick suspiró y se apoyó en silencio contra la puerta mientras Robert intentaba ponerse los zapatos. “Volverás, ¿no?” preguntó por fin.


Sí, sí” dijo Robert. “Sólo necesito un cigarro y algo de aire”.


Vale” dijo Patrick.


Robert bajó prácticamente corriendo las escaleras del edificio y abrió la puerta. Ansioso, inhaló el aire fresco de la tarde que le golpeó la cara, ofreciéndole un más que bienvenido descanso de sus insoportables pensamientos.


¿Por qué estaba tan alterado? Comenzó a caminar por Dean Street, encendiéndose un cigarro mientras paseaba, intentando calmarse. La tienda de bebidas más cercana estaba a unos cuantos minutos de allí, lo que le daba tiempo suficiente para pensar. Lo que estaba haciendo ahora mismo era una locura. Sus maletas ya estaban hechas, esperando en el armario para su regreso a EEUU. ¿En qué coño estaba pensando?.


Dándole otra calada al cigarro y respirando de nuevo el fresco aire Inglés, Robert decidió ir por el camino más largo, ya que necesitaba pasar algo de tiempo solo. Su bolsillo comenzó a vibrar, interrumpiendo sus pensamientos. Abrió su móvil, pensando que sería Patrick, llamándole para decirle que las invitadas habían llegado. Pero para su desgracia, no era Patrick. Era Shannon. Suspirando, contestó la llamada.


Hola” murmuró.


Sobre lo de ayer, lo siento... no pretendía disgustarte” dijo ella. Robert sabía que lo decía en serio.


Lo sé” admitió, pasándose la mano por el pelo. “¿Cómo estás?”


Oh...Estoy bien” dijo ella en un tono un poco más alegre. “Estoy aquí sentada, liándome uno. Pensando en tí”.


¿Por qué?” Por alguna razón, esto le hizo sonreír.


Porque sé que necesitas compañía ahora mismo” dijo provocándole. “He pensado en llamarte y lanzarte la oferta”.


Robert sonrió levemente. Sería tan fácil aceptarla e ir con ella. Le haría olvidar a Miranda. Shannon

le entumecería la mente con un porro y extinguiría su lujuria con su cuerpo. Shannon sería una fácil solución –una solución cobarde- a todo aquello.


¿Y bien?” le presionó ella.


Robert suspiró y apretó los labios. Luchó contra la necesidad de salir corriendo de la pequeña fiesta de Patrick. Sabía que ver a Miranda esta noche sería una tortura. Una completa tortura.


Aún así, ya sabía que no podría volver a verla más. No se conocían lo suficiente como para hacerse promesas. Pero sí la conocía lo bastante como para saber que la echaría de menos y que pasaría las próximas semanas o meses pensando constantemente en ella.


Pero aún así, ¿Cambiarían algo las cosas pasar la noche con Shannon? Probablemente no, se dijo así mismo. Unas cuantas horas más no cambiarían nada. Incluso si aceptaba la oferta de Shannon, se seguiría preguntando acerca de Miranda.


No puedo” suspiró, contestando finalmente a la pregunta de Shannon.


¿No puedes? ¿Qué pasa?”


Nada”. Apretó los labios.


No puedes engañarme. Lo sabes”


Mira, no quiero hablar del tema” dijo cortándola.


¿Dónde estás?”


Acabo de salir a comprar whisky. Patrick ha invitado a unos...amigos”.


Son chicas, supongo” Su voz tenía un tono molesto. Robert cerró los ojos. Realmente no quería tener esta conversación con ella.


Sí”. Era absurdo mentir, porque ella lo sabría a la primera.


Eso son chorradas!” dijo riéndose. “Sabes que te aburrirán. Todas las tías que invita a su casa lo hacen. ¿Por qué no vienes a mi casa?” dijo tentándole. “Sabes que eclipso a sus amigas con derecho a roce a cualquier hora del día”.


Robert sonrió ampliamente. Era cierto. Shannon eclipsaba a cualquier chica que Patrick elegía para él, porque Patrick pensaba más en lo que Robert necesitaba que en lo que Robert realmente quería. El resultado final de todas esas presentaciones eran conversaciones aburridas con chicas que no entendían su amargo y crudo sentido del humor y que apenas se atrevían a decir dos palabras inteligentes. Así que las eclipsaba, eso seguro. Con Shannon, siempre se lo pasaba bien, hablando, fumando, follando – o las tres cosas combinadas.


Eso es cierto cariño” dijo él riéndose un poco. “No necesitas que te lo diga”.


¡Por supuesto que no! Pero me gusta cuando lo haces” sonrió ella. “¡Bueno! ¿Vas a venir en la próxima media hora o voy a tener que empezar sin tí?”


Te he dicho que no puedo” suspiró. “No quiero entrar en las razones...No puedo esta noche”


Pero mañana te vas a los EEUU” dijo llorando, incapaz de ocultar su decepción.


Sí, ya lo sé. Y lo siento. Puedes venir a verme a LA si quieres” la ofreció.


¡Una mierda! ¿Quienes son esas chicas, Rob?”. Su voz ya no era tan agradable. Robert puso los ojos en blanco.


¡Te lo he dicho! Son unas amigas de Patrick” dijo suspirando, dirigiéndose hacia la parte sur de Soho Square. Sabía que ella estaba a punto de arrinconarle, ordenando las posibles razones por las que no quería quedar con ella, una a una.


¿Y por qué te tiene eso tan afectado? ¿Por qué esas chicas te hacen estar tan alterado? Joder, el Rob que yo conozco nunca, y repito, NUNCA me rechazaría así!”


Él suspiró, sabiendo que no merecía la pena pelearse por esto. Ella no pararía hasta obtener la verdad.


¡Rob!” soltó. “¿En serio quieres decirme que pasas de mí ahora, en tu última noche aquí? ¿Por otra chica?” resopló. “¿Por lo menos es americana o algo?”


Robert odiaba como la mente de Shannon le seguía la pista tan fácilmente. Podía decirla simplemente, para evitar sus preguntas, que una de las chicas era especial para él.


No, es de Londres” murmuró.


¿Entonces en qué coño estás pensando?” contraatacó.


En realidad, no estoy pensando” admitió.


¡Estás pensando con la polla!” continuó ella. “Quiero decir... ¿otra chica inglesa? ¡Entre todas las tonterías que podías hacer!” gritó. Dulcificando levemente la voz, probó desde otro ángulo. “Quiero decir... deberías venir aquí para quitártela de la cabeza”.


Lo sé, pensó él. Lo sabía demasiado bien. Pero ya había decidido que irse con Shannon no le ayudaría en absoluto. Por lo menos, no pensaba que fuera a hacerlo. Además, ¿quien dice que no podría pasar unas horas agradables con Miranda como amigos? Habían estado bastante amigables en Ed's, así que ¿por qué no iban a serlo ahora también?


No lo entiendes, y no voy a hablar más de esto” contestó él, empleando el mismo tono cortante que había usado ella instantes antes.


Tras un largo e incómodo silencio, Robert oyó como Shannon respiraba con dificultad.


¿Estás enamorado de ella?” dijo llorando. “¿Desde cuando? ¿Desde cuando conoces a esta chica, Rob? Por el amor de Dios...¡Ayer follaste conmigo! ¿Qué te pasa?”


Robert apretó la mandíbula. ¿Eran sus sentimientos tan obvios que incluso Shannon podía percibirlos a través del teléfono? Con rapidez, cerró el teléfono, poniendo fin a la conversación.


Puede que quiera ese whisky ahora más que nunca, pensó. Aceleró el paso y giró en Greek, ignorando la vibración de su móvil en su bolsillo.


Tirando el cigarro, entró en Milroy's, dirigiéndose directamente al Jameson, sin ver nada más. Sintió como su mundo se desmoronaba. Aunque lo había negado con todas sus fuerzas, Shannon había sido capaz de ver a través de él con una simple llamada telefónica. Como si de un acto reflejo se tratara, cogió la botella verde oscuro que le resultaba tan familiar a pesar de su distorsionada visión y esperó que se tratara del Jameson que Patrick le había pedido.


La chica que estaba en el mostrador le miró fijamente mientras se acercaba a ella con la botella en la mano.


Tú eres Robert Pattinson” susurró, mirándole a la cara. “¡Te quiero!”


Él la miró, intentando comportarse y no mandarla a la mierda. No podía tener más de 15 años; o eso aparentaba.


Uhm, gracias...Supongo”. Forzó una sonrisa y lanzó dos billetes de 10 libras en su dirección, a pesar de que el whisky costaba 17.95 libras. “Quédate el cambio” dijo, y se apresuró hacia la puerta.


**


Estaba hundiendo la mano que tenía libre en el pelo con tal fuerza que le dolía. El mero hecho de pensar que ella estaría ya en el apartamento a tan solo un minuto de distancia le producía mariposas en el estómago.


Calmate” se dijo así mismo. “¡No va a pasar nada! Estás exagerando. Vas a cenar con tus amigos, ¡eso es todo!”


Debería pensar en Miranda sólo como una amiga, pero el recuerdo de su cuerpo desnudo estaba aún muy fresco en su mente. A lo mejor debería rendirse y disfrutar con ella. De cualquier forma, no podía permitirse el pensar en eso como lo más apropiado tampoco. ¡Todo esto era absolutamente ridículo! ¡Marcharse esta mañana había sido lo correcto! No debía haber ido a comer con ella.


Se marchaba en menos de 24 horas. No volvería a Inglaterra hasta pasados unos cuantos meses y no podría verla durante ese tiempo.


Se detuvo en seco cuando vio que Miranda estaba apoyada en la pared del edificio de Patrick. Respiró hondo y apretó los labios esbozando una sonrisa, preguntándose por qué su preciosa cara le resultaba ya tan familiar.


Hola” dijo ella sonriendo. “Patrick me ha dicho que tal vez querrías hablar conmigo. Que parecías estar algo triste por algo...”


Por qué Patrick no podrá-” Robert se calló y la miró a la cara. Le estaba sonriendo, completamente serena y relajada. No parecía estar decepcionada. Más bien, todo lo contrario.


¿Meterse sus sugerencias por un lugar oscuro?” sugirió Miranda riéndose.


Algo parecido” dijo él encogiéndose de hombros. “Probablemente necesitaban una excusa para echar un polvo rápido”.


¿Estás triste por algo?” dijo, arqueando una de sus perfectas cejas. Él tragó saliva y se encogió de hombros. Seguro que ella podía ver la lucha que se estaba librando en su interior.


Es solo que no quiero irme mañana” admitió. No era del todo mentira. “Supongo que estoy un poco angustiado por eso”.


Lo entiendo”


Le miró, con la sonrisa aún en sus labios, apoyada con su hombro en la pared.


Robert ladeó la cabeza y la devolvió la sonrisa. ¿Le estaba estudiando?


Bueno, después de todo, él también la estaba estudiando. Y, wow, era preciosa, pensó, con un suspiro interno. Era casi imposible resistirse a ser absorbido por su alegría.


¿Qué?” dijo Rob sonriendo aún.


Estás... muy guapo” dijo ella en voz baja. “Pareces...”


¿Otra persona?” sugirió él sonriendo. Ahí estaba de nuevo, su asombrosa sinceridad.


No sabría decirte eso, no te conozco lo suficiente” rió. “Iba a decir que estás impresionante” admitió. “....si permites que te lo diga sin que te pongas histérico” añadió.


De hecho” continuó Miranda con una amplia sonrisa “Deberías ir así siempre”


Él sólo pudo sonreírla.


Y fue así como las dudas que tuvo esa tarde desaparecieron. Debería disfrutar de su compañía; no había nada de malo en flirtear así. Merecía la pena. Sus dedos le dolían porque querían tocarla y era una verdadera tortura estar junto a ella, pero en el buen sentido. La tortura a la cual sería fácil acostumbrarse.


Estaba guapísima con ese top blanco y con esa falda negra de cintura alta que acentuaba sus deliciosas curvas. La cazadora de cuero que había llevado antes al restaurante también la llevaba puesta y su pelo caía en suaves ondas sobre su espalda.


¿Subimos?” dijo ella sonriendo, girándose para abrir la puerta. Apretó el botón de la luz de la escalera y todo se iluminó.


La cara de Robert se iluminó con una sonrisa según ella comenzaba a subir las escaleras. ¡No podía evitarlo!


Se apoyó en la pared y estudió sus movimientos, sin importarle que ella supiera que la estaba observando. De hecho, estaba convencido de que ella sabia muy bien lo que estaba haciendo. La falda negra resaltaba su culo, haciéndolo irresistible, y se movía de atrás hacia delante de un modo ridículamente sexy según subía las escaleras.


Miranda se giró y le miró con cara divertida.


¿Qué?” preguntó inocentemente, haciendo que él se riera en alto.


No me digas ahora que no sabes exactamente lo que estás haciendo” sonrió. “Además, si tuviera que concentrarme en andar detrás de tí, o me caería o no sería capaz de disfrutar de esto tanto como lo estoy haciendo ahora...”


Miranda pretendió parecer que se había quedado en shock, pero no lo consiguió, porque se estaba riendo con él.


¿Te he dicho que tú también estás muy guapa?” preguntó él.


No tenías que hacerlo” sonrió ella ladeando la cabeza. “Robert, ¿me estás tirando los trastos?”


Esto le hizo reír. “Posiblemente”. Se aclaró la garganta. “Puedo parar si quieres”.


Ella le miró de un modo que no supo interpretar. Su sonrisa había desaparecido y le estaba mirando como si estuviese buscando alguna pista acerca de lo que estaba sintiendo. Robert subió las escaleras hacia ella con una suave sonrisa en su cara. Se detuvo a un escalón de distancia, cara a cara.


¿Quieres que pare?” preguntó de nuevo, más serio esta vez.


Ella no dijo nada, y sus labios chocaron con los de él.


Robert sintió las pequeñas manos de Miranada en su espalda, atrayéndole hacia su cuerpo. Se escuchó así mismo respirar con fuerza por la nariz mientras los suaves labios de ella se amoldaban a los suyos perfectamente. Sus cálidos labios sabían a chicle y caramelo mientras se movían desesperados contra los suyos.


El pánico se mezcló con alegría y excitación según Robert intentaba luchar contra su deseo de rendirse ante ella y al mismo tiempo, contra su deseo de evitarla a ella y a la manera en la que le hacía sentir.


Quería desesperadamente rodearla con sus brazos, pero se forzó a mantenerlos a ambos lados de su cuerpo, desesperado por mantener algo de control. Sus fantasías, por otro lado, estaban en otra dimensión. El modo en que los dedos de Miranda se hundían en el cuero de su cazadora acariciando su espalda de arriba a abajo le producía escalofríos, provocando que su fuerte respiración resonara en la escalera. ¡Ella simplemente le estaba besando, y ya le tenía casi gimiendo!.


Quería ponerla contra la fría pared de mármol para asegurarse que no se fuera a ninguna parte. Quería recorrer su sedosa mata de pelo castaño con sus dedos, subirle la maldita falda por encima de sus muslos para que su suave piel se volviese vulnerable ante a sus dedos una vez más. Necesitaba inmovilizarla entre la pared y su cuerpo y sentir su suave piel contra sus caderas. Su cabeza dio vueltas al recordar el sonido de sus gemidos la noche anterior cuando la penetró. Joder, como quería oírla de nuevo. Follársela justo ahí sería tan fácil – esa falda la hacía tan accesible. Joder, prácticamente le estaba invitando a hacerlo.


¡No debía hacerlo!


¡No! ¡Maldito fuera si hacía eso!


Podía ver, literalmente, al “ángel bueno” y al “demonio malo” sentados uno enfrente del otro en sus hombros, cada uno argumentando las razones obvias por las que tenía que escuchar a uno y a otro.


Quería arrancar sus labios de los de ella, pero el simple roce de su suave lengua, le hizo abrir los labios involuntariamente, dejándole sin defensa ante tan delicioso ataque. Ya no le quedaban fuerzas para luchar en su interior y necesitaba desesperadamente probarla de nuevo. No pudo detener el grave quejido que escapó de sus labios cuando sintió como la respuesta natural crecía en su interior.


Suspiró, dándose cuenta de que había estado esperando esto durante todo el día. Los labios de Miranda contra los suyos era demasiado. Su cuerpo reaccionaba de formas extrañas mientras las manos de Miranda subían por su cuello hacia su ya alborotado pelo. Su corazón se aceleró y su cuerpo se tensó, pero extrañamente, sentía como si estuviese respirando y relajándose por primera vez en todo el día. Notar el cuerpo de ella contra el suyo le provocó una sensación de extraño alivio, y hacía mucho tiempo desde que alguien le había reaccionar de esa forma.


Pensar en ella con su cabeza arqueada hacia atrás contra la pared, le trajo de repente otras imágenes a su conciencia. Su brillante sonrisa y los hoyuelos que se le formaban cuando lo hacía. El modo en que su pelo se extendía por sus hombros esa mañana. Cómo había deseado acariciarla mientras dormía, el sonido de su suave y profunda respiración, atrayéndole hacia ella como un imán. Imaginó como habría su cara si la hubiera despertado... ¿Le habría regalado una de esas sonrisas?


Estaba furioso consigo mismo ahora- furioso y asustado.


Llegar a conocer a alguien no tendría que ser así de fácil ni así de natural. Era como si fuera algo innato, besarla de este modo. ¡Maldita sea, ni si quiera estaba borracho! No tenía nada a lo que poder echar la culpa por su comportamiento o sus sentimientos. Debía estar loco para hacer esto, completamente loco. Sabia que no sería capaz de simplemente follársela esta noche, ni tampoco de seguir con su vida como si ella nunca hubiera existido. Se había engañado a sí mismo una vez más.


Terminarían acostándose otra vez si él permitía que esto fuera a más. ¿Podría soportarlo? ¿Merecía la pena arriesgarse? Su cabeza se llenó de miles de voces que le gritaban razones por las cuales debía alejarse de ella, pero los insistentes labios de Miranda no le permitían refugiarse.


¿Quieres que pare?” susurró Miranda. Robert, sin decir nada, alzó su cara para mirarla a los ojos. Allí estaba - la sonrisa y los hoyuelos. ¿Por qué se habría fijado en los hoyuelos? ¿Qué le pasaba? ¿Cuándo había perdido por completo la habilidad para pensar racionalmente cuando estaba con esta chica?


Miranda, esto no tiene nada que ver con flirtear” contestó. Debía parecer un idiota, ya que probablemente su lucha interna estaba plasmada en su cara. El flirteo, los comentarios sobre su culo...coño, incluso el haber admitido que le ponía...eso era una cosa. Él nunca hizo nada. Estúpido y sin cuidado, sí, pero seguía siendo inocente! Bueno, en gran parte.


Miranda, sin embargo, lo había llevado todo a un nivel completamente diferente. Robert sabía que tenía que parar aquello. Eso era tan claro como el agua. Incluso admitió que ya no era por el bien de ella, si no por el suyo propio. No sería capaz de soportar pasarlo mal por alguien que estaba al otro lado del mundo.


Robert, el objeto del flirteo es el objetivo” dijo sonriendo. “Simplemente me he apresurado a dar en la diana”.


Deja de ser tan lógica” susurró él, mirándola a los ojos. Tenía que parar esto, pero temía la reacción de Miranda, al igual que la suya propia.


Creo que es mejor que no hagamos esto. Quiero decir... lo hará todo más fácil mañana” dijo Robert. Todo su cuerpo protestaba en contra de las palabras que salían por su boca. La diversión en los ojos de Miranda desapareció mientras apartaba las manos de sus hombros.


Quieres que pare” afirmó, apartándose de él instantáneamente. Ella le estudió, como si estuviera intentando descifrar lo que estaba pensando, buscando alguna señal en su cara que la dijese que no estaba hablando en serio.


Sí Miranda..quiero que pares” susurró, sin apenas creerse lo que estaba diciendo.


Miranda frunció el ceño y le miró durante unos segundos antes de darse la vuelta para subir el siguiente tramo de escaleras. Agarró el picaporte de la puerta del apartamento de Patrick.


Muy bien, pararé” murmuró antes de abrir la puerta y entrar. Robert entró tras ella con su corazón latiendo con fuerza contra su pecho. En silencio y en agonía, la observó quitarse los zapatos y la cazadora.


Deja que te ayude” se ofreció Robert, pero ella negó con la cabeza.


Me las apañaré, gracias” dijo mirándole y lanzándole una sonrisa. La sonrisa era extraña, terriblemente falsa, pero tampoco reflejaba enfado, y nunca le llegó a los ojos.


Miranda se giró rápidamente y se alejó entrando en la cocina, dejando tras ella el dulce olor de su pelo, golpeándole de lleno en la cara. Fue como un bofetón más bien, y tensó la mandíbula mientras se quitaba la cazadora, escuchándola hablar en la cocina. Su voz era musical, incluso alegre, mientras se reía de algo que había dicho Mariah. Robert la observó desde donde estaba, haciendo cumplidos a Patrick por sus dotes culinarias. Robert se unió a ellos en la cocina, dejando el whisky en la encimera.


Mariah se sentó en un extremo de la mesa y Miranda en el otro extremo, frente a Maria. Robert cogió la silla que estaba al lado de Miranda, mirando en su dirección. Ella no le miró mientras se sentaba.


¡Patrick! ¿Puedo ayudarte en algo?” preguntó Miranda con una cálida sonrisa. “Me siento mal aquí sentada mientras tú estás trabajando”.


Oh...¡Claro!” sonrió él. “¿Haces la ensalada de tomate? Estoy a punto de fregar”.


Miranda saltó prácticamente de su silla. “¡Genial! ¿La cebolla roja y los tomates?”


En la nevera” contestó Patrick sonriente. “Gracias Miranda, me estaba empezando a estresar un poco...Rob, ¿Por qué no abres una botella de vino para las señoritas?”


¿Queréis tinto o blanco?” preguntó, sin dirigirse a nadie en particular mientras se levantaba de la silla.


Yo tinto” contestó Mariah con una sonrisa.


¿Miranda?” preguntó mirándola, esperando a que sus ojos se encontrasen con los de él. Necesitaba mirarla a los ojos, pero ella no le concedió ese deseo.


¡Tinto me parece bien!” contestó alegremente, manteniendo la vista en la tabla donde estaba cortando la cebolla a gran velocidad con intensa concentración. Robert apretó los dientes y sirvió dos vasos de vino tinto. Él se sirvió un vaso de Jameson con hielo, resoplando bruscamente mientras la calidez del whisky le inundaba. Podía anticipar que la tarde-noche iba a ser extraña como poco, y el alcohol supuso algo de alivio para sus tensos músculos.


Extraña ni si quiera comienza a describir la velada, pensó, según se sentaban a la mesa para cenar. Si Mariah y Patrick notaron algo raro, lo disimularon muy bien. Estaban demasiado preocupados en adularse el uno al otro, y parecían estar ridículamente felices. Robert deseó poder decir lo mismo, pero hasta el momento, su limitada interacción con Miranda había sido una tortura.


Robert se aprovecho de la indiferencia que Miranda mostraba hacia él para volver a estudiarla. No podía evitar observarla, y lo hacía con frecuencia, porque ella parecía no percatarse de su presencia ya más. Si él contaba un chiste o decía algo gracioso, ella simplemente sonreía, sin recompensarle con una carcajada. Incluso si se dirigía a ella directamente, le contestaba del modo más seco posible. Era muy atractiva, con una piel radiante y unos ojos perfectamente enmarcados con rimel y una discreta cantidad de sombra de ojos. Sus mejillas eran rosadas. El top que llevaba puesto revelaba una buena parte de su escote y la forma de sus pechos era evidente a través de su sujetador, que asomaba levemente por encima del top. Contempló la deliciosa forma de su culo mientras se movía por la cocina cada vez que se levantaba a coger algo.


Se dio cuenta de que todo eso era para él. Se había vestido y se había puesto jodidamente guapa para él. Él tenía que ser el capullo más grande de todo Londres para ponerse en la situación en la que estaba.


También se percató de que su espíritu nunca flaqueaba. Estaba siendo más ingeniosa y más habladora de lo que había sido en Ed's. Les preguntaba a Mariah y a Patrick constantemente por sus trabajos, y se ofrecía para servir más comida a todo el mundo, ya que era la que más cerca estaba del horno.


Ni si quiera le miró cuando Robert se levantó para fumar.


Escapando del sofocante ambiente del comedor, salió a la terraza. Abrió su móvil y vio que tenía tres llamadas perdidas de Shannon y otra de Tony. Suspiró y apretó el botón de llamada. Se negó a devolverle la llamada a Shannon, sabiendo que esto sólo empeoraría las cosas con sus ya-te-lo-dije.


¡Rob!” le saludó Tony.


Tony...¿Qué haces?” preguntó.


No mucho, la verdad. Estoy esperando a que Jennifer traiga una peli y una pizza...Tiene que estar a punto de llegar”


Ah” suspiró Robert, aburrido.


Sí..Me han dicho que estás en casa de Patrick” dijo Tony riéndose. “¿Es verdad que estás enamorado de la chica que conociste anoche?”


Oh, joder, por el amor de Dios, Tony” soltó Robert, perdiendo rápidamente el poco control que tenía sobre su temperamento.


Bueno, ni tú ni Patrick contestabais el teléfono, así que Shannon me llamó”


Me lo imaginaba” murmuró Robert. “Y no, no es verdad; Shannon se está portando como una perra porque no voy a ir a su casa esta noche” dijo Robert tirando el cigarro. “Escucha, ¿me querías decir algo o me has llamado antes sólo para cotillear?”


Para cotillear” dijo Tony riéndose. “¿Cuando te vas mañana?”


A las 3 de la tarde”. Robert cerró los ojos. Cada vez era más duro dejar Londres.


Vale tío, te llamaré antes” dijo Tony. “Ya viene Jen”.


Robert puso los ojos en blanco y cerró el móvil, apoyándose contra la barandilla de la terraza y echando un vistazo a la cocina a través de las ventanas. Vio a Miranda apoyada en la encimera de la cocina. Miranda se tensó cuando la mirada de Robert se encontró con la suya, pero no apartó la vista. Estaba sola en la cocina, bebiendo vino. Le llevó unos segundos apartar su vista de la de ella, pero finalmente lo hizo con un gran suspiro.


Que le jodan a todo, Miranda tenía razón, pensó. Unas cuantas horas no marcaban la diferencia. Tan difícil era alejarse de ella ahora como lo sería si hubiese sido agradable con ella. No, ahora era incluso más difícil; la tensión entre ellos era tan fuerte que le era imposible ignorarla como le hubiera gustado.


Miranda puede que consiguiese mantener la calma, pero él era incapaz de hacer lo mismo.


A pesar de que había sido él quien la había rechazado... apartarla de él a pesar de su secreta necesidad de ella...Era él quien se moría por ella. Su cabeza se llenó de pensamientos acerca de lo que haría con ella si la tuviera para él solo.


No podía evitarlo. Cada vez que se levantaba de la silla, intentaba mantener alejados su ojos de su cuerpo e intentaba no imaginar esa falda subida hasta su cintura en lugar de estar tapando sus muslos, tal y como debía permanecer.


Su ahora vacío vaso de whisky permanecía sin compañía sobre la mesa de la cocina. Después del primer vaso que se había tomado para calmar los nervios, no había bebido nada más por temor a perder el control con ella de nuevo. Probablemente era una de las pocas noches ese mes en la que no se había emborrachado, pero su mente estaba demasiado concentrado en otra cosa como para molestarse en pensarlo.


¡Rob!” le llamó Patrick desde dentro. “Estamos pensando en ver una película o algo”.


Robert frunció el ceño. Vaya una excusa estúpida para que Patrick y Mariah pudieran enrollarse en el sofá mientras Robert y Miranda eran obligados a mirar.


Sonrió un poco cuando Miranda entró en el salón, llevando su cazadora como si estuviese lista para marcharse. Su cara estaba algo tensa, pero estaba sonriendo. Robert la miró con cautela mientras un sentimiento de frío se apoderaba de su cuerpo.


Lauren me acaba de llamar...ella y Linda están en Tuttons y me han preguntado si quería ir”. Mariah dejó de mirar a Patrick y frunció el ceño.


Pero pensaba que Lauren estaba-”


Lo sé, pero ha cambiado de opinión” interrumpió Miranda con una dulce sonrisa. “Tengo demasiada energía como para quedarme a ver una peli...además, con vosotros dos, tortolitos me sentiría como una sujetevelas. Sé que queréis quedaros solos. Espero que no te importe, Patrick. Me lo he pasado muy bien esta noche”.


Robert tenía ganas de vomitar.


Bueno...No nos quedaríamos solos” rió Patrick, mirando a Robert y buscando sus ojos para ver qué es lo que estaba pasando “A no ser que Rob se vaya contigo” continuó con un tono de esperanza en su voz.


Los ojos de Miranda se encontraron con los de Robert, pero los apartó de inmediato. “Oh, pensé que querría descansar...como tiene que coger un avión mañana..”


Él la miró fijamente, sintiendo odio e irritabilidad hacia ella.


Si se va por esa puerta, no volverás a verla.


Miranda también lo sabía. Los dedos de Robert se hundieron en las palmas de sus manos por la frustración. Él la había hecho hacer esto. Se marchaba por su culpa. Así de simple, sin explicaciones, sin hacer las paces... si dejarle tocarla de nuevo.


Patrick y Mariah no sabían nada acerca de su conversación en la escalera. Pensaban que todo estaba bien hasta ahora. Una simple mirada de Robert a su amigo, le dijo que estaba sorprendido y cabreado a partes iguales, convencido de que Robert la había cagado de nuevo. Miranda no estaba siendo muy discreta sobre su aparente desagrado hacia él. Los actos hablaban más alto que las palabras, y era como si les estuviera diciendo a todos que él la había cagado nuevamente. ¡Que la den!


Tenía que marcharse de allí. Tenía que dejarla ver que el hecho de que ella se fuera, no iba a arruinarle la noche. ¿Debería él, Robert Pattinson, quedarse en casa y pasar su última noche en Londres como un miserable? Lo único en lo que podía pensar era en la salida más fácil. Se iba a emborrachar, a colocarse e iba a follar con alguien que sabía hacer justo eso. Esta tortura ya había durado suficiente.


No, no me quedo.... Me voy a Seven Sisters”.


**


PV Shannon


Una hora más tarde...


Ella estaba de pié en medio de la habitación, con sus brazos rodeando su propio cuerpo en un intento inútil de no desmoronarse. Sabía que no servía de nada; las lágrimas llegarían tarde o temprano. Era todo tan irónico, tan completamente estúpido, y se culpaba así misma de ello. Si ella hubiese dejado que las cosas siguieran su camino, sabía que él habría rectificado a tiempo. Como siempre hacía. Se daría cuenta de que ella seguía siendo la única que aún le apreciaba por quien era.

Pero algo en su voz la había asustado esta vez. Generalmente era tan abierto con ella con respecto a las chicas a las que conocía y con las que se acostaba. Normalmente se reían de ellas si las cosas salían mal o si alguno de los dos la cagaba. Se podían reír el uno del otro, de sus patéticos intentos de salir con otras personas. Lo hacían, porque pensar que podrían encontrar a alguien más adecuado para cualquiera de los dos, era totalmente ridículo.


Esta chica, sin embargo, era diferente. Por la razón que fuera, quería mantener a esta chica a salvo y no compartirla con ella. Eso la asustaba a muerte.


Shannon reculó hasta la cama y se sentó en ella, alzando su cabeza lentamente para mirarse al espejo. La piel de su cara era pálida contrastando con sus oscuras cejas y pelo. Sus ojos parecían demasiado grandes como para encajar en su cara. Carecían por completo de expresión. Estaba en un estado de shock.


Había pasado todo tan rápido...


Se alegró y se sorprendió cuando él había llamado a su puerta media hora antes. Su quedó boquiabierta al verle. Para ella, él simplemente era Rob. Siempre le había visto por lo que era y por quien era. Le conocía demasiado bien. Esta noche, estaba más guapo de lo que nunca le había visto.


Sus largas piernas estaban cubiertas por unos vaqueros oscuros desgastados que contrastaban maravillosamente con la camisa blanca que llevaba. Era el típico “estilo Rob”, con un montón de botones sin abrochar, dejando ver el pelo de su pecho. Llevaba también su cazadora negra de cuero y sus zapatillas Nike. Su cara estaba recién afeitada y su pelo era un completo desastre, como si se lo hubiera estado tocando incesantemente.


Podía intuir dos cosas con solo mirarle. La primera, que había intentado estar lo mejor posible para la chica en cuestión. La segunda, ella le había cabreado. Sus ojos eran verde oscuro y sus fosas nasales se movían como si se tratase de un toro enfadado.


Rob...Por el amor de Dios, ¿qué es lo que te ha hecho?” había preguntado Shannon.


Él había pasado a su lado sin decir una palabra, arrancándose la chaqueta y quitándose las zapatillas con movimientos furiosos.


No me apetece hablar” había murmurado él. “¿Te queda algo de hierba?”


No...” dijo ella negando con la cabeza. “Sólo tenía para uno...”


Maldiciendo furioso, Robert se había sentado en la cama, cubriéndose la cara con sus grandes manos. Ella se sentó junto a él y suspiró, esperando a que empezara a hablar. Nunca lo hizo. Todo lo que escuchó fue una retaila de todas las maldiciones que conocía, y en casi todos los idiomas que conocía. Ella desconocía si estaba cabreado con una persona en concreto o con la situación en general. Tampoco importaba.


¿Te importaría contarme lo que ha hecho?” dijo frunciendo el ceño, intentando ocultar en sentimiento de placidez que la invadía al haberla cagado la chica misteriosa. El miedo que había sentido cuando habían hablado por teléfono se había transformado en alegría al ver en el estado en el que estaba Robert ahora. Quien quiera que fuese esa chica, la había cagado enormemente.


Apartó las manos de su cara y se giró para mirarla.


Nadie ha hecho una puta mierda, ¿vale?” resopló, pero ella pudo ver lo tenso que estaba. La miró durante unos segundos antes de que sus manos, repentinamente, la agarraran del pelo del cuello.


Ella sabía lo que iba a hacer incluso antes de sentir sus labios contra los suyos. El que él la tirase del pelo mientras apretaba su cara violentamente contra la suya, algo que siempre le había gustado, resultaba algo doloroso esta vez. Era mucho peor de lo que era normalmente, pensó ella, y se estremeció un poco cuando él mordió su labio inferior.


No había nada delicado o afectuoso en el modo en que la estaba besando. Era porque él lo quería así y porque necesitaba...algo.


¿Liberarse? ¿Algo con lo que entretenerse y distraer esa retorcida e hiper activa mente suya? Ella podía servirle para eso, pero no le gustaba el hecho de que ni si quiera fuera a contarle lo que estaba pasando.


Se sintió algo insegura cuando la mano de Robert la agarró violentamente del hombro, empujándola sobre la cama. Ella permaneció ahí tumbada, observando en silencio como él se desabrochaba torpemente los botones de la camisa. Fue entonces cuando vio que sus manos temblaban.


¿Sus manos estaban temblando? ¿por qué?


Se sentó de nuevo y se arrastró por la cama hasta que su espalda chocó contra la pared y encendió la lámpara que estaba ahí.


La cara de Robert estaba pálida y sus ojos completamente oscuros. Parecía asustado, cabreado y con una especie de ataque de pánico, pero no parecía estar cachondo. Pudo adivinar que no era el deseo lo que se estaba apoderando de él en ese momento. Había lago más. ¿Qué es lo que pretendía conseguir follándosela?


Robert la agarró por las caderas, acercándola a él cuando finalmente se desabrochó la camisa.


Rob...” intentó decir para que parase, pero él negó con la cabeza violentamente en señal de protesta.


Por favor Shan...te estoy suplicando, joder” susurró, agarrando el borde de su camiseta. “No quiero hablar”.


Ella quería entregarse a él para que hiciera con ella lo que quisiera, pero al mismo tiempo quería exigirle una explicación de lo que estaba pasando. Pensó que no importaba de todos modos. La otra perra obviamente la había cagado, y ahora, él estaba con ella. Sus finos dedos recorrían su piel y sus labios estaban en su garganta. Todo estaba tal y como debía ser. Él acudió a ella cuando más lo necesitaba; cuando se dio cuenta de que las otras no merecían la pena.


Ella suspiró y dejó marchar sus pensamientos mientras sus brazos rodeaban los hombros de Robert en un intento por tenerle aún más cerca. Pero seguía habiendo algo raro. No se movía tal y como hacía siempre.


Joder, Rob” murmuró contra sus labios cuando notó como él flaqueó un instante, como si hubiera olvidado cómo besarla. “O haces esto bien o no lo hagas”


Él se apartó de ella, jadeando un poco mientras sus ojos viajaban por la habitación. Se sentó en la cama y dejó escapar una suspiro de frustración según ocultaba la cara entre sus manos.


¡Me cago en la puta, maldita sea, joder...!” murmuró.


De nuevo estaba diciendo tacos. Ella suspiró y se sentó junto a él, sacudiendo la cabeza mientras alcanzaba un paquete de cigarros que había en su mesilla.


Joder, no me lo estoy creyendo” murmuró Shannon, mientras se llevaba un cigarro a los labios. “¿Te importaría decirme qué coño te pasa?” Su voz era cortante adrede, intentando ocultar el pánico que se estaba apoderando de ella.


Lo sé... se ha jodido todo...no lo entiendo...” se quejó, obviamente con la misma sensación de pánico que ella. Lo único, es que ella no sabía el por qué.


El teléfono de Robert empezó a sonar en el bolsillo de su cazadora y casi voló para contestar. Ella le contempló suspicaz según abría el teléfono con movimientos impacientes.


¿Sí?” Su cara se concentró de repente y Shannon reconoció la voz de Patrick al otro lado. “Estoy en Seven Sisters. No, no estoy colocado”. Robert suspiró y se pasó los dedos por el pelo. Patrick no parecía estar muy contento con él por alguna razón. “Está...” Sus ojos se posaron en Shannon y pareció indeciso durante un segundo. “Uhm...¿Quienes estáis viendo la película? ¿Sólo Mariah y tú? Huh. Vale”


Shannon se giró para mirar por la ventana, intentando ahogar el resto de la conversación de Robert con Patrick y así ocultar lo que acababa de descubrir. ¡No era tonta! Se dio cuenta de que había estado preguntado por la otra chica. Quería saber dónde estaba. El frío sentimiento del descubrimiento, se abrió paso por su estómago cuando comprendió por qué había acudido a ella.


¿Ha ido a Tuttons? Sí, sí, sé donde está” murmuró, y miró a Shannon de nuevo. ¿Qué te hace pensar que he ido a Covent Garden?” frunció el ceño y murmuró algo inaudible. “Vale. Venga, mañana hablamos si no estás despierto cuando vuelva al piso”.


Shannon escuchó como Robert volvía a meter el teléfono en el bolsillo de su cazadora. Giró la cabeza y vio como se estaba abotonando de nuevo la camisa. Se marchaba.


No me lo puedo creer” murmuró, dándole una calada al cigarro. “¡Por favor, dime que me equivoco al pensar que has venido aquí sólo porque querías que te hiciera olvidar a otra persona!” suplicó, caminando hacia él.


Shan...escucha... ¡Lo siento! Es sólo que...” Su cara reflejaba tormento. “Mierda..Joder, lo he hecho. He venido a ti cuando...” Miró a Shannon mientras sacudía la cabeza con tristeza. Tenía la misma mirada que tenía siempre que intentaba descubrirse a sí mismo.


¿Cómo ha ido la cosa?” dijo ella, arrugando el ceño y apretando la mandíbula. “Sigues pensando en ella, ¿verdad?”


Él se quedó callado un largo rato, apoyando la espalda contra la puerta, mirando a ninguna parte.


Quiero decir, ¿no quiere que vuelvas con ella o qué?” continuó Shannon y frunció el ceño cuando él no contestó de inmediato.


No podemos seguir con esto Shan” susurró despacio, mirándola a la cara. “No puedo verte así, de esta manera”.


¿Cómo?” dijo reculando y sentándose de nuevo en la cama, exhalando el humo de su cigarro.


No somos buenos el uno para el otro” continuó él, con tristeza en su voz.


¿Qué quieres decir con eso de que no somos buenos el uno para el otro?” dijo. “Espera...¿quieres decir que has encontrado a otra que me sustituya? ¿Es eso lo que crees que es esa zorra?”


Shannon...”. Sus ojos miraron enfadados en su dirección, con un todo de advertencia en su voz.


¿Entonces no lo niegas?” dijo, poniéndose de pié de nuevo. “¿Me estás sustituyendo? Piensas que vas a ser capaz de sustituirme, estúpido-”


Nadie va a sustituirte nunca” la interrumpió, intentando sonar convincente, pero sin conseguirlo. Sabía el daño que la estaba haciendo.


Volverás a mí en cuestión de semanas. ¿Sabes por qué? ¡Ella no te conoce como yo! Nadie te conoce como yo. No puedes ser tú mismo de la misma manera que lo eres conmigo. ¡Y lo sabes!”


Sí, pero las demás personas ven lados de mí que tú nunca ves” argumentó él.


¡Eso es porque eres un puto falso!” gritó. “Joder, Robert! ¿Crees que serás recordado como una estrella?” se rió burlona. “¡El único papel que conseguirás cuando haya terminado todo esto de Crepúsculo será American Pie 7! ¡La gente se reirá de tí! ¡Volverás aquí y serás el hazme reír de todo Londres!”


Shannon, por favor déjalo”. Su voz era una súplica; su cara miraba al suelo.


Ella le miró, sorprendida ante las palabras que habían salido de su boca. Probablemente ella le conocía mejor que nadie, y por alguna razón, había dicho las palabras que sabía que le harían más daño. El miedo y el temor a perderle la habían hecho decirlo. ¡Tenía que hacerle entrar en razón!


¡Y cuando eso pase, sabes que yo seguiré aquí! Porque te quiero joder, y te quiero porque te conozco! ¡Nunca encontrarás algo como esto!” dijo furiosa.


Esas palabras por fin provocaron la reacción de Robert. Alzó las manos y la agarró la cabeza, forzándola a mirarle mientras hundía los dedos en su pelo.


Sí, Shan...Me conoces mejor que la mayoría. Y lo usas para tu beneficio la mayoría de las veces”. Su mandíbula estaba tensa mientras la miraba a los ojos. “¿Pero amor? Muchas veces lo dudo. Me dices que no soy bueno, que soy muy malo en lo que hago y a veces haces que me sienta como un miserable conmigo mismo”


Rob...yo” comenzó a decir.


No he terminado” resopló. “ Si a eso le llamas amor ¿que tiene de bueno para mí? ¡Siento haber venido del modo en que lo he hecho! Sé que he sido un auténtico cabrón por hacerlo. Me haces actuar así, y yo hago que te transformes en una auténtica zorra” susurró. “¿Qué tiene todo esto de bueno?”


Que te jodan Rob” susurró ella, y cerró los ojos al sentir como Rob besaba con fuerza su frente antes de rodearla con sus brazos, abrazándola con fuerza.


Sabes que tengo razón. Esto que estábamos haciendo no es bueno para ninguno de los dos” murmuró antes de apartarse de ella, coger su cazadora y abrir la puerta.


Ella contempló desolada como la puerta se serraba tras él. No había nada que ella pudiera hacer, porque realmente le había perdido esta vez. Era como si un agujero negro se la hubiese tragado. Estaba sola, sin su alma gemela, la persona que siempre la perdonaba a pesar de su comportamiento.


**


PV Robert


Según salió por la puerta de Shannon, se encendió otro cigarro y se puso los cascos.


Estaba ligeramente en shock por lo que acababa de hacer. Había terminado con la persona que mejor le conocía. Pero también sabía que era lo correcto, a pesar de que ella le había dicho que le quería.


Si el amor no te hace feliz, ¿qué es lo que tiene de bueno?


A pesar de la pérdida que acababa de sufrir, se sintió aliviado, como si se hubiese liberado de la nube negra que se había cernido sobre su cabeza durante demasiado tiempo.


No estaba seguro de adonde iba. Quería desesperadamente ir a Covent Garden, sabiendo que Miranda estaba a tan solo unas pocas paradas de metro. Esto es una mierda, pensó. Estaba solo, sobrio y sin un sitio al que ir en su última noche en Londres.


Caminó por High Road durante unos minutos más, fumándose dos cigarrillos más y escuchando música hasta que por fin se dio por vencido y se dirigió al metro de la esquina de West Green. Definitivamente necesitaba salir de este barrio. No era exactamente la mejor zona de Londres y le deprimía casi tanto como lo había hecho su relación con Shannon. Sacó el móvil de su bolsillo y lo acarició con su dedo pulgar, recordando la breve conversación que había tenido con Patrick antes. Mariah le había quitado el teléfono a Patrick para hablar con él, y le proporcionó información más que suficiente.


Hola, chico huidizo” le saludó Mariah.


Sí...hola” Robert puso los ojos en blanco. “¿La he vuelto ha hacer daño?”


No la hiciste daño la primera vez” dijo Mariah bostezando. “Y ahora, piensa que eres un idiota...o lo que sea. Es todo un logro el salir corriendo dos veces en el mismo día, Rob”


¿Qué quieres decir con “o lo que sea”?”


Como te he dicho..¿qué pensarías de una chica que sale corriendo dos veces en el mismo día porque está asustada por lo que sea?”


Entiendo”


Está en Covent Garden” dijo Mariah.


¿Ha ido a Tuttons?”


Pensé que te gustaría sabero”


Robert sonrió un poco. Muy típico de Mariah.


Sí...sí, ya sé donde está eso. Gracias, supongo”


¡De nada!” se rió. “Tal vez esto te tenga entretenido y no vienes por aquí en un par de horas..”


Joder...odio a las parejas como vosotros” dijo riendo. “Si voy al apartamento, me encerraré en mi habitación y me pondré música...como si no estuviera” sonrió.


Robert...” suspiró Mariah. “En serio, sea lo que sea que pasa contigo...suéltalo. Miranda no te lo va a poner difícil si eres sincero”.


¿Qué te hace pensar que voy a ir a Covent Garden?


No lo sé...lo digo por si acaso”


Vale” Robert volvió a poner los ojos en blanco. “Venga, hablamos mañana si no estás en el apartamento cuando llegue”


Suspiró y se puso algo de David Gray. David Gray era siempre bueno si querías pensar. Solo que esta canción en particular, no era la adecuada para pensar, ya que lo único que hacía era derribar sus murallas aún más.


"Please forgive me


If I act a little strange


For I know not what I do.


Feels like lightning running through my veins

Every time I look at you."


Cerró los ojos ante la imagen del cuerpo de Miranda temblando entre sus brazos. Recordó sus suaves quejidos en su oído, llenando su mundo. Y en la escalera, su beso había amenazado con hacerle perder el control. Ninguna mujer debería ser capaz de hacerle eso. Pero ella lo hacía. Había pasado tanto tiempo desde que alguien le había afectado de esa forma, si es que alguna vez alguien lo hizo.

"Help me out here


All my words are falling short


And there's so much I want to say


Want to tell you just how good it feels


When you look at me that way
When you look at me that way.

Throw a stone and watch the ripples flow


Moving out across the bay
Like a stone

I fall into your eyes


Deep into some mystery


Deep into that mystery

I got half a mind to scream out loud


I got half a mind to die


So I won't ever have to lose you girl


Won't ever have to say goodbye


I won't ever have to lie

Won't ever have to say goodbye."


Caminando por los túneles de Kings Cross, se detuvo, como si de repente todo tuviese sentido. “Suéltalo Rob”. “Tienes que aprovechar la oportunidad para ganar”


Sintió cómo sus músculos empezaban a relajarse mientras dejaba que su necesidad por Miranda ocupara un lugar privilegiado en sus emociones en lugar de intentar ocultarlo. Intentar no pensar en ella esta noche sabiendo que estaba a unas pocas paradas de metro de distancia, sería inútil. Miranda tenía razón, por supuesto. Debían aprovechar el tiempo que les quedaba juntos lo mejor posible. ¿Por qué no?


Miranda lo supo desde el principio, pensó con una sonrisa. Ella había notado su lucha interna y le había perdonado su comportamiento porque ella había luchado la misma batalla. Solo que ella sabía de qué iba la cosa. Era cuestión de aprovechar las oportunidades.


No era amor - por supuesto que no- pero la conexión estaba ahí y era todo lo que necesitaban por ahora. Todo lo que sabía era que ella le afectaba de una manera que nunca antes nadie había conseguido en tan poco tiempo. Eso tenía que significar algo. No podía permitir dejarlo pasar; tenía que asegurarse. Miró la hora en su teléfono. Las diez y cuarto. Los teatros estarían a punto de terminar, y eso le proporcionaría tiempo suficiente para encontrarla.


Aceleró el ritmo, sintiéndose aliviado. Era su turno para aprovechar la oportunidad. Sintió una leve punzada de temor cuando pensó en lo que estaba apunto hacer, pero lo ignoró según se abría paso entre la gente que caminaba por los estrechos túneles de la estación de metro.


Iba a Covent Garden- y a ella.


**


6 comentarios:

  1. jooooooo, tia no me puedes dejar así =(

    muaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

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  2. Quiero mas y lo quiero prontooooooooooo... ay ese roberto caminando por londres y fumando...

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  3. uffff increible María, pedazo de capitulo y coño que raro es este tío aunque me encanta.
    Necesito saber si la encuentra pq no le queda nada para irse ...ainns que nervios jo
    Gracias mi niña, quiero massss xD.
    Bstos

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  4. Ay! que emocionanteeee!
    tiene miedo de enamorarse, que tierno!

    un besito Maria!

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  5. maaaaas mono!!pobrecico miooo!!aiiiiiins londres de noxe y con roberto en sus calles...

    x cierto: "Todo el mundo sabe que tengo que enrollarme la polla a la pierna antes de ponerme los vaqueros" jajaja que muero!!

    muchas gracias nena, y xfaaaaaa maaaaaaaas!!que sto esta que arde!!

    bsks

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  6. Me encanto el cap!

    Tienes que seguir pronto, o morire desesperada...

    Adios (:

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